sábado, 9 de enero de 2016

MISTERIO: CAPITULO FINAL




«Me estaba comportando como una tonta. Enfócate Paula y dile que lo quieres escuchar, deja el miedo». Me repetí mentalmente.


—Me regalas un vaso con agua. —Fue lo único que dije después que aclaré mi garganta.


—Desde luego. —se levantó con rostro resignado a buscarme la bebida. Me quedé observando a Emma mientras jugaba con una de sus muñecas nuevas. 


Preguntándome: ¿esta es la vida que quiero llevar? ¿Estaré preparada para este nuevo rol?


La voz de Pedro me trajo de vuelta a la realidad.


—Te traje una botella.


—Gracias. —La acepté y le di un trago—Contestando a tu pregunta: sí, me gustaría que termináramos esa conversación pendiente. —Él sonrió y sacó su IPhone para marcar con rapidez.


—¿Qué haces? —lo miré sonriendo y sin comprender.


—Llamo a Irma para que se apure antes de que cambies de opinión, fue a comprar unos ingredientes para la cena. —No pude evitar reír y negar con la cabeza.


—Me he creado mala fama, que mal concepto tienes de mí. —Él soltó una carcajada, para luego apartarse un poco y hablar por teléfono. Eso me tranquilizó, el momento incómodo había pasado.


—Ni hablar. Irma estará aquí en unos minutos. —La alegría lo hacía lucir aún más irresistible—Vuelvo enseguida. —Se dirigió hasta donde estaba Emma jugando. Le habló al oído y ella asintió tranquila. Luego ella le dio a su padre un beso en la mejilla.


Casi enseguida la puerta del departamento de abrió y apareció Irma cargada con unas bolsas, Pedro salió a su encuentro y se las quitó de las manos.


—¿Dónde las quieres Irma?


—En la cocina doctor, gracias. —Él desapareció por una puerta lateral mientras Irma se dirigía hacia Emma para darle un beso.


—Hola Irma. —Me senté junto a la niña.


—Hola doctora. Es bueno verla por aquí —dijo la mujer con una sonrisa.


—Bueno Irma, nosotros nos vamos. —Le notificó Pedro mientras se dirigía hacia nosotras .Me puse los zapatos y tomé el bolso—No deje que abuse, a las nueve a la cama.


—No se preocupe, doctor.


Me despido de Emma con un beso mientras él se calza los zapatos. Después de despedirme de Irma, Pedro colocó su mano en mi espalda y me dirigió todo el camino hasta el todoterreno. Me fue imposible evitar que los nervios aparecieran para torturarme cuando ya estaba dentro del vehículo.


«Ha llegado el momento Paula, relájate, todo va a salir bien», me repetía como un mantra.


—¿Te molesta si vamos a tu casa?, necesito que estemos en un lugar tranquilo para lo que tengo que contarte. Aprovechemos que tu padre se quedará con Alicia esta noche, ¿te parece?


Sonreí con algo de nerviosismo y asentí con la cabeza ante su propuesta. El momento para poner en orden mi vida había llegado.


Tan pronto como entramos al departamento, me desplomé en el sofá y, me saqué los zapatos porque no los soportaba ni un segundo más. Me senté con las piernas dobladas y me masajeé el talón.


—Túmbate, y coloca los pies sobre mis piernas, deja que yo lo haga. —Vacilé por un momento, pero hice lo que me decía. Su propuesta era tentadora.


Pedro comenzó masajeando mi pie derecho, hundiendo sus dedos en la parte baja de la planta, se sentía tan bien que enseguida logré relajarme. Sin premura atendió uno y luego al otro, varios gemidos se me escaparon.


—Gracias, no tenía idea de lo bueno que eres. —Él me sonrió de medio lado y ladea la cabeza. «Por todos los santos, esta para comérselo a besos»—Creo que es hora de ponernos serios… —Pedro se aclaró la garganta y se acomodó en el asiento.


—No sé cómo empezar, no te rías, pero te confieso que he estado practicando este momento, ahora que te tengo en frente… —Tomé su mano y la apreté ligeramente—Gracias, necesitaba sentir tu contacto. —Él se volvió a acomodar en el sofá, estaba visiblemente incómodo—Desde la muerte de Irene, la mamá de Emma, me he estado echando la culpa del accidente. Era de noche, veníamos de una fiesta en casa de unos amigos, los dos habíamos tomado unas copas de más… —Movió la cabeza negando y siguió—Bueno el resto es historia. Ahora que me he reencontrado contigo, veo las cosas con más claridad, me he dado cuenta que sin querer he estado castigándome por su muerte. Me volqué en la bebida y en algunas ocasiones consumí una que otra droga. Evadirme era mi objetivo, ataduras con mujeres no estaban en mi lista de cosas por hacer, sólo las usaba para complacer mis caprichos, y desde hace un año para acá, he estado practicando lo que se conoce como intercambio de pareja. —Su mirada se concentró en un punto muerto del piso, eso me hizo pensar que estaba avergonzado. Le pasé la mano por el cabello, su reacción me partió el corazón. 


Cuando su mirada se encontró con la mía estaba empañada.


—Por favor Pedro, continúa —dije en voz baja.


—No soy ningún santo, Paula, y tampoco me arrepiento de lo que he hecho. Te cuento todo esto para que sepas la verdad por mí y no por terceros, pero algo sí tengo claro. —Me miró fijamente al hablar—Si me dejas entrar en tu vida, te prometo que no te arrepentirás. —Me gustó como sonaba eso de «dejarlo entrar en mi vida», un escalofrío recorrió mi espalda, ¿estaba hablando en serio? «¿Es esto lo que quieres Paula? ¿Él será capaz de mantener su promesa? ¿Está buscando una compañera de vida?» ¡Oh, por Dios!, su confesión me abrumó sentía que mi cabeza estaba a punto de explotar —Di algo, lo que sea.


—Me has dejado sin palabras… no sé qué decir… —Pedro se levantó del sofá y me ofreció una mano.


«!No! No quiero que se vaya. ¡Oh. Dios, no lo permitas!».



—Ven aquí. —Colocó mi palma sobre la de él, y en seguida estuve entre sus brazos—Tic… Toc… el tiempo se agotó. —Susurró y posó sus labios sobre los míos dándole paso al interior de mi boca. Su beso fue desesperado y posesivo, no podía negar que su iniciativa me gustaba mucho.


Mis dedos se deslizaron por su cabello y mi cuerpo se tensó. 


Lo deseaba tanto que anhelaba que me devorara entera, que hiciera conmigo lo que quisiera. Pedro llevó su boca a mi oreja y gimió antes de mordisquearme con suavidad el lóbulo. Cerré los ojos, quería olvidarme de todo, sentirlo dentro de mí. Estaba desesperada, necesitaba sentir su piel desnuda contra la mía.


Como si hubiera leído mis pensamientos, él me alejó para quitarme la ropa, lanzándola a un lado. Hice lo mismo con la de él, le saqué con ansiedad la camisa, pasé mis dedos por su pecho hundiéndolos en el suave bello que lo cubría.


—Te Amo, Paula, y no estoy dispuesto a seguir esperando. —Su voz era gruesa, apasionada.


—Tienes razón, es una tontería seguir esperando. —Con manos temblorosas abrí el cinto del pantalón, el botón y la cremallera, para finalmente empujarlos hacia abajo junto con su ropa interior.


Pedro se arrodilló delante de mí. Me sostuvo de las caderas para dejar un camino de besos por todo mi estómago mientras masajeaba mis nalgas y muslos arrancándome gemidos ansiosos. Se puso de pie y me cargó entre sus brazos para llevarme a la habitación. Me colocó sobre la cama, y se acostó a mi lado, estuve tan excitada que poco me faltó para alcanzar el clímax solo con sus caricias.


Sus manos se detuvieron en uno de mis pezones, los frotó y luego se lo llevó a la boca succionándolo con devoción. 


Repitió la misma operación con el otro, generándome temblores en todo el cuerpo, aumentado la humedad en mis partes íntimas y una urgencia de sentirlo dentro de mí.


Metió una de sus manos entre mis piernas, rozando mi sexo con dos dedos, introduciéndolos con suavidad. Los movió de una manera que me hizo enloquecer, me retorcía de placer bajo su tacto.


Cuando se detuvo pensé en insultarlo, pero al verlo llevarse los dedos a la boca saboreando mi esencia, mi deseo terminó de encenderse.


Pedro, por favor, te necesito dentro de mí. —Él besó mi cuello y comenzó a bajar.


—Primero necesito probarte. —Por un instante me miró, sus ojos eran puro fuego. Lo perdí de vista cuando se sumergió entre mis piernas—Ábrete para mí —lo obedecí inmediatamente. Mi cuerpo era un traidor cuando estaba con él. Solo respondía a sus mandatos.


Con la punta de su lengua acarició mi clítoris y succionó mis pliegues para luego mordisquearlos con suavidad.


«¡Maldición! Lo hacía tan bien que estaba a punto de explotar».


—No aguanto, Pedro. —Él levantó la cabeza y buscó mi mirada—Ven aquí —mi voz fue tan baja que parecía un susurro.


Con la gracia de un felino se levantó lentamente, pasó el dorso de su mano por sus labios para limpiar el resto de mis fluidos. Abrió mis piernas y se introdujo dentro de mí. Buscó mi mirada antes de empujar con fuerzas una y otra vez. Mis caderas se movían solas, llevando su ritmo.


Nos besamos con pasión percibiendo mi sabor en sus labios. 


La mezcla fue fulminante, tanto, que logró estimular todos mis sentidos.


—Dime que eres mía, necesito escucharte. —La respiración de Pedro era entrecortada, estábamos llegando al límite.


—Soy tuya, Pedro, soy tuya. —Me sentía sofocada y desesperada.


Me aferré de sus hombros mientras nos movíamos con rapidez. Nos consumíamos mutuamente. Dentro de mí lo sentía caliente, frenético y descontrolado. Me penetraba una y otra vez. La intensidad de nuestras miradas, al cruzarse, demostraban lo que sentíamos.


Con las pieles sudadas y resbaladizas, gemimos con desesperación al borde del placer. El momento estaba cerca. 


No podía contenerme por más tiempo, mi orgasmo llegó
duro y preciso.


—¡Pedro!… Ohhh, Pedro. —Se formó una sonrisa de satisfacción en mi rostro.


—¡Paula!… Ahhh —gruñó—Ohh Paula, me vas a matar. —Me gustó cómo sonaron esas palabras.


Su cuerpo se desplomó a mi lado. Ambos respirábamos con agitación. Me envolvió entre sus brazos mientras esperábamos a que nuestros organismos se estabilizaran.


—¿Te das cuenta, Paula? —Me volteé para mirarlo embelesada.


—¿Cuenta de qué, Pedro? —Él pasó un dedo por mis labios. Sus ojos poseían un brillo diferente.


—Tú eres todo lo que necesito para sentirme completo. —Tomó mi rostro entre sus manos y pegó su frente a la mía—Te amo, Paula Chaves. —Su confesión me desarmó, había esperado tanto tiempo por escuchar esas palabras que mis ojos se empañaron.


—También te amo, Pedro Alfonso… siempre te he amado.


Fin






4 comentarios:

  1. Ayyyyyyyyy, Dios mío, qué intriga hasta el final. Me encantó esta historia jajajaja.

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  2. Super y con final caliente. Buenísima Jajajaja

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  3. Super y con final caliente. Buenísima Jajajaja

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  4. Lindo final! pero como que me quedaron cosas inconclusas...

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