viernes, 20 de noviembre de 2015

CULPABLE: CAPITULO 11





Por segunda vez, Paula se encontró leyendo las instrucciones que acompañaban a una bolsa de ropa.


Se sentía como si estuviera soñando, pero no era un buen sueño. Habían salido de la consulta del médico para subirse a un avión y volar hasta Italia por la noche. Pedro la había ignorado durante todo el vuelo, y ella había dormido casi todo el camino.


En el trayecto en coche hasta la casa, él permaneció en silencio. Paula había intentado mostrarse indiferente desde el momento en que subió al avión, pero cuando llegó a Italia y vio la belleza del país le resultó imposible.


Las calles estrechas, los edificios altos y los balcones llenos de flores eran demasiado bonitos como para ignorarlos. 


Apoyó la nariz contra el cristal de la limusina y observó el paisaje. Cuando llegaron al pie de una colina, desde donde se veía el mar azul, y vio la enorme villa, se quedó boquiabierta.


Poco después estaba instalada en su dormitorio. Era más grande y luminosa que la suite del hotel de Nueva York donde Pedro la había seducido, y tenía una cama con dosel del que colgaban unas cortinas blancas.


No obstante, ella no conseguía librarse de la fuerte presión que sentía en el pecho.


Y además, aquella nota…



Te reunirás conmigo para cenar y te pondrás el vestido que te he mandado. Tenemos mucho de qué hablar.
P.







No hay comentarios.:

Publicar un comentario