sábado, 20 de junio de 2015

EN SU CAMA: CAPITULO 11






Pedro se levantó temprano el domingo por la mañana y fue a correr los siete kilómetros que recorría cada día. Se dio una ducha y desayunó con rapidez.


Solo. Como a él le gustaba.


Solo todo era más sencillo. Estar solo quería decir que nada más tendría que preocuparse de sí mismo. Solo quería decir que hacía las cosas como quería y cuando quería.


Estar solo era un hábito. Sabía lo que eso decía de él. Por lo menos sabía lo que su madre pensaba que eso decía de él.


Desde luego, sabía a ciencia cierta lo que las mujeres que pasaban por su vida entenderían de él; todas lo habían tenido muy claro cuando habían ido de camino a la puerta.


Era un hombre egoísta, un hombre que no sentía, un robot.


Una vez había habido una mujer que sencillamente había intentado matarlo. Ese episodio, que prefería dejar para el recuerdo, tenía mucho que ver con su desagrado por los sitios cerrados y oscuros. Pero no quería entrar en eso.


Y sin duda sería un poco egoísta, pero estaba seguro de que sentía cosas, mucho más de lo que le hubiera gustado. En cuanto a ser un robot… ¿Habría respondido un robot al cuerpo suave y entregado de Paula o a esos labios ávidos? 


Seguramente no.


De acuerdo. Entonces estaba claro.


Pasó el resto del fin de semana solo, y si le dio por pensar en Paula, si le dio por preguntarse cómo le iría, se dijo que era por una preocupación normal. Se había preocupado del mismo modo de cualquier persona que se viera obligada a enfrentarse a un trauma parecido.


No era nada personal. Por eso mismo no tenía idea de por qué de noche sus sueños eran tan vívidos: sueños obsesivos que no lograba recordar por la mañana.


O tal vez no quisiera recordar nada.


Su padre lo llamó por teléfono y de nuevo le dio las gracias por ayudar a Paula. Pero cuando Pedro recapacitó se dio cuenta de que no la había ayudado tanto. Todo lo que había hecho había sido por él mismo: meterse por el hueco del ático, inmovilizar a sus secuestradores, besar a Pau. Eso lo había hecho por él, sin lugar a dudas. Ella le había trastornado la mente y los sentidos. Suponía que debía alegrarse de que no hubiera ido a más, porque así le habría resultado mucho más difícil enfrentarse a ello en ese momento.








No hay comentarios.:

Publicar un comentario