sábado, 23 de mayo de 2015

ANTE LAS CAMARAS: CAPITULO 18




Media hora después, Pedro salió con Paula por la puerta de servicio de detrás del hotel. No había ningún coche esperándoles. Ella se detuvo en seco al ver un cochecito de golf.


—¿Qué es esto?


—Tu carroza hacia la libertad. Vamos, sube. Soy un buen conductor. Nunca he tenido un accidente en uno de éstos.


Ella se rió y subió con él. Sintió en su piel el aire cálido de la noche. Levantó la cara, se quitó la cinta que le sujetaba el pelo y dejó que éste cayera suelto, ondeando al aire.


—¿Adónde vamos? —preguntó ella, mientras Pedro giraba por la vía de servicio camino del campo de golf.


—Quiero que cierres los ojos —le dijo mientras el cochecito de golf tomaba velocidad—. Imagina que vas a caballo, cabalgando libre y salvaje, sin muros, sin cadenas, y sin paparazzi.


Ella no había usado su imaginación de esa manera desde hacía mucho tiempo. Ahora hizo lo que él le pidió. Dejó a un lado las historias sensacionalistas, los flashes de las cámaras, las preguntas agresivas de los reporteros, e incluso lo que le había pasado con Miko. Dejó que todo se lo llevase el viento, mientras ella se sumergía conducida por Pedro en el reino de la libertad.


Al cabo de un rato, él aminoró la marcha, ella se volvió hacia él, y le puso su mano en el brazo.


—Gracias.


—No hay de qué. Tenía miedo de que fueras a salir gritando del hotel y cayeras en manos de tus fanáticos admiradores.


—Tampoco creo que estuviera tan mal, ¿no? —dijo ella echándose a reír.


—Entiendo que se te haga duro ver restringida tu libertad.


Restricción. Control. ¿Qué control ejercía Pedro sobre ella cuando estaba a su lado? Quizá ninguno. Tal vez ése era su trabajo.


—¿Te gustaría poder pasar más tiempo con tu familia? —le preguntó ella.


—¿Quieres decir si no tuviera que trabajar?


—Algo así.


—Sí, me gustaría pasar más tiempo con mi familia. Mi madre, seamos realistas, está ya mayor. Tiene sus amigos, su trabajo, y a Julia, pero cuando llego a casa veo un brillo especial en sus ojos. Yo sé que me echa de menos. Sé que le gustaría darme de comer — Pedro se rió para sí—. Ésa es la forma en que ella me demuestra su amor. A ella le gusta que me siente en la mesa a charlar con ella. Contarme cosas de cuando estaba con mi padre, de cuando Julia y yo éramos pequeños. Ella cree que no lo sé, pero yo sí.


Paula se quedó impresionada por la madurez de Pedro. No en vano tenía nueve años más que ella. Pero, ¿qué importaba la edad en una relación? ¿No había diez años de diferencia entre su madre y su padre?


Pero, ¿en qué estaba pensando? ¿Una relación?


—¿Qué hay de ti y de tu familia? Si te vas a vivir a la Toscana, verás a tu madre, pero ¿cuándo verás a tu padre? —le preguntó Pedro.


—¿Sabes guardar un secreto?


—No sabes cuántos secretos tengo guardados —le respondió él con ironía.


—Mi padre está pensando en jubilarse. Cuando hablé con él ayer por la noche, me dijo que no lo haría hasta que no se resolviesen los problemas económicos de los Chaves. Pero está en sus planes, y sería maravilloso.


—¿Renunciaríais por completo a vuestra vida pública todos a la vez?


—Yo sí lo haría, tengo muchos sueños.


—¿Cuáles son?


—Poner en marcha un negocio propio que me asegure un futuro.


—Supongo que tienes dinero más que suficiente para no tener que preocuparte de trabajar nunca.


—Es cierto, pero tendría que hacer algún tipo de trabajo. Necesito sentirme útil en la vida. Tengo que admitir que si tuviera hijos me dedicaría a ellos en cuerpo y alma.


Él se quedó en silencio.


—¿A ti no te gustaría tener hijos algún día? —le preguntó ella, con curiosidad.


—No me gusta hablar de ese tema.


Su voz había cambiado, se había hecho diferente. Había cierta tristeza en ella. Había vuelto a adoptar las maneras de cuando era agente del Servicio Secreto y Paula no sabía por qué.


Pero no quería echar a perder aquella maravillosa aventura. 


No quería echar a perder la sensación de libertad que Pedro le había dado. Por eso no le hizo más preguntas. Se limitó a poner su rostro contra el viento y respiró en libertad.





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