sábado, 4 de abril de 2015

CONDUCIENDO AL AMOR: CAPITULO 7





Qué pueblo tan bonito –comentó Pedro.


Habían parado y estaban sentados en una mesa en la terraza de una antigua granja reconvertida en café, tomándose un café recién hecho y mirando hacia el precioso jardín lleno de capullos en flor. Pedro no sabía nada de jardinería ni de plantas, pero sí sabía lo que le gustaba. Lo mismo le pasaba con el arte. Nunca compraba obras basándose en la reputación del artista, solo compraba lo que le gustaba.


Miró a Paula, que estaba al otro lado de la mesa, y pensó que también le gustaba mucho. Tal vez por eso su deseo hacia ella era tan fuerte. Durante la última media hora en el coche había estado pensando en que iba a estar solo con ella aquel fin de semana en un lugar que facilitaba la seducción. Y finalmente se le había ocurrido un plan que podría funcionar, siempre y cuando Paula estuviera de acuerdo con la idea.


–Entonces, Pau –dijo–, creo que ya va siendo hora de que me cuentes qué pasa con Fab Fashions. No quería hablar de trabajo durante el camino, solo quería disfrutar del maravilloso paisaje. Pero ahora que hemos parado…


Ella dejó la taza en la mesa y luego le miró con aquellos increíbles ojos marrones tan expresivos. Pedro confiaba en que los suyos no revelaran sus más íntimos pensamientos, ya que se había quitado las gafas de sol y se las había guardado en el bolsillo de la camisa.


–¿De verdad quieres oír mis ideas? –le preguntó Paula con escepticismo.


«La verdad, no», reconoció Pedro para sus adentros. Era una pérdida de tiempo. Pero formaba parte de su plan.


–Por supuesto que sí –mintió.


A ella se le iluminaron los ojos. Pedro sintió una punzada de culpabilidad, pero la apartó de sí firmemente. La culpa no casaba bien con el deseo.


–De acuerdo. Bueno, para empezar está el nombre. Fab Fashions implica que está dirigido a un público joven, cuando en realidad su objetivo son mujeres más maduras.
Hay que cambiar el nombre o cambiar el género. Yo sugiero cambiar el nombre, ya hay suficiente ropa para adolescentes. Luego habría que cambiar a los encargados de las compras. Contratar gente que no solo compre por el precio, alguien que sepa de moda y sobre lo que es cómodo de llevar. Las mujeres maduras buscan comodidad además de estilo. Y también sería buena idea comprar más prendas de tallas normales. La mayoría de las mujeres de más de cuarenta años no tienen una treinta y ocho. Y por supuesto, debería haber también una tienda online. Es una tontería no ir con los tiempos.


Pedro estaba impresionado y sorprendido. Todas sus sugerencias tenían sentido. Tal vez incluso podrían funcionar.


–Sabes de lo que hablas, ¿verdad?


–Ya te he dicho que la moda es mi auténtica pasión. Además, odio pensar que toda esa gente se vaya a quedar sin trabajo. Si los dueños de todas las tiendas cerraran en tiempos difíciles, el país se iría al garete. No siempre se trata de obtener beneficios, ¿verdad, Pedro? Todo el mundo tiene que arrimar el hombro en los malos tiempos, sobre todo las grandes empresas como la tuya.


–No es tan sencillo como parece, Pau.


Ella se molestó.


–Sabía que dirías eso.


–No he dicho que no esté preparado para hacer lo que sugieres. Lo que digo es que lo pensemos durante el fin de semana y veamos si podemos encontrar un nuevo y fabuloso nombre que suponga en sí mismo una campaña de marketing de éxito.


Paula frunció el ceño.


–Pero este fin de semana no vamos a tener tiempo. Tú tienes que ir esta noche a la despedida de soltero y mañana a la boda. Supongo que podríamos hablarlo en el camino de regreso a casa.


–Podríamos –reconoció él–. Pero cuando me entusiasmo con algo quiero ir directamente al grano –añadió con ironía. Volvió a remorderle la conciencia–. ¿Qué te parece si llamo a Andy y le pregunto si puedes quedarte en la finca el fin de semana en lugar de en un motel de Mudgee? Tienen una cabañita en la finca apartada de la casa principal que resulta muy acogedora. Podríamos alojarnos ahí juntos.


–¿Juntos?


–Tiene dos habitaciones, Pau. Por supuesto, esta noche no podríamos hablar mucho porque estaré en la despedida de Andy. Pero la boda no se celebra hasta mañana a las cuatro de la tarde. Eso nos deja mucho tiempo para hablar. Y hablando de la boda, estoy seguro de que podría conseguirte una invitación.


Si no tenía un vestido adecuado, la llevaría a Mudgee a comprarse uno.


El recelo y la tentación se reflejaron en los ojos de Paula.


–¿No le parecerá raro a Andy que le pidas que invite a su boda a una total desconocida?


–Tú no eres una desconocida, Pau. Sé más cosas de ti que de la mayoría de mis novias. Además, ahora somos socios. Le diré a Andy que eres una asistente de marketing que he contratado para que me ayude con Fab Fashions y que te ofreciste amablemente a traerme hasta aquí tras un desafortunado accidente de coche. No hay necesidad de mencionar que trabajas en una empresa de alquiler de coches, ¿verdad?


Paula sacudió la cabeza. ¿De verdad pensaba Pedro que ella no sabía lo que estaba haciendo? No era ninguna estúpida. Pero no había forma de decirle que no.


–Te gusta hacerte con el control, ¿verdad?


La sonrisa de Pedro resultó encantadora y sexy al mismo tiempo.


–¿Qué quieres que te diga? La gente me acusa de ser mandón y controlador.


Paula se rio. Era un diablo, pero completamente irresistible.


–Estoy segura de que a los padres de Andy les parecerá raro que pidas que nos alojemos juntos en esa cabaña.


–En ese caso diré que estamos saliendo.


–¡Pero no es verdad!


–Lo será a partir del domingo. Tengo intención de pedirte salir cuando volvamos a la costa.


–Puede que te diga que no.


–¿Lo harás?


–No.


Pedro sonrió.


–Estupendo. Entonces no hay ningún problema. Le diré a Andy que eres mi nueva novia.


Paula suspiró.


–Eres incorregible.


–Estoy embelesado por ti, eso es todo.


Paula se lo quedó mirando. Era ella la que estaba embelesada, Pedro solo quería llevársela a la cama.


–Creo que deberías saber de antemano que no me acuesto con ningún hombre en la primera cita.


Pedro volvió a esbozar aquel amago de sonrisa.


–Ten por seguro que siempre respetaré tus deseos –lo que significaba que estaba convencido de que lograría seducirla enseguida. Y lo peor era que estaba en lo cierto.


–Llamaré a Andy en cuanto me termine el café –afirmó Pedro. Parecía muy complacido consigo mismo.


Fue a llamar al jardín, por el que se paseó mientras hablaba. 


Paula se preguntó qué le estaría diciendo a su amigo. Y ahora que lo pensaba, dudaba que Pedro quisiera hacer realmente algo respecto a Fab Fashions. Su interés en sus ideas era una estrategia para ponerla de su lado. También se le pasó por la cabeza mientras Pedro hablaba con su amigo que seguramente ella no era la primera chica que se llevaba a la cabaña a pasar el fin de semana. Paula solo sería otra más en su larga lista de conquistas, y no le gustaba nada aquella idea.


Paula se puso de pie, le dio las gracias a la camarera y volvió al cuatro por cuatro.





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