sábado, 18 de abril de 2015

CHANTAJE: CAPITULO 2




Paula escuchaba horrorizada la discusión de los hombres. 


Pedro seguía con la mirada los movimientos del abogado, pero ella no dejaba de mirarlo a él. Una impenetrable máscara de orgullo y rebeldía ocultaba cualquier atisbo de emoción, y sus anchos hombros y fuertes brazos le recordaban a Paula su arrebatadora virilidad.


¿Podría un hombre tan varonil enfrentarse a las artimañas de Renato y salir victorioso?


–¿Podrías resumírmelo? –le preguntó Pedro al abogado en un tono cortante y autoritario. Paula sintió un escalofrío en la espalda.


Esa vez Canton no miró a Renato en busca de permiso, sino que carraspeó y siguió hablando.


–Tu abuelo lo ha dispuesto todo para cederte los derechos sobre la fábrica y Alfonso Manor.


–Ya te he dicho que no la quiero –espetó Pedro–. Véndela.


–El comprador interesado es un importante rival –explicó Canton–, quien la cerraría y vendería pieza por pieza, incluyendo el terreno donde se levanta la urbanización de Mill Row. Las cincuenta familias que viven allí tendrían que abandonar sus hogares y todo sería derribado.


–El dinero de la venta servirá para construir una espléndida biblioteca de derecho en la universidad –añadió Renato– No es el legado que tenía pensado, pero algo es algo. Sigue, Canton.


El abogado vaciló un momento.


–Si no aceptas el encargo, el señor Alfonso empleará su poder notarial para meter inmediatamente a su hija en el hospital público del condado.


A Paula se le escapó un grito ahogado. Se había ocupado de Lily durante cinco años, desde que obtuvo su título de enfermera, pero Lily había sido como una segunda madre para ella desde mucho antes. No podía tolerar que recibiera una atención deficiente.


–¿Qué le pasaría a mi madre allí? –preguntó Pedro.


Renato sonrió cruelmente.


–Paula, creo que tú trabajaste en el hospital público cuando estudiabas, ¿verdad? Cuéntale a Pedro cómo es.


Paula torció el gesto al imaginarse lo que debía de estar pensando Pedro. Solo alguien tan manipulador y egocéntrico como Renato pensaría que renegar de una hija inválida era la mejor manera de conservar su pequeño reino.


–En todos los años que yo llevo como enfermera ese centro ha obtenido una calificación muy inferior a la media y ha recibido numerosas quejas por negligencia, pero no se ha hecho nada al respecto porque es el único centro que acoge gratuitamente a ancianos y minusválidos.


–¿Quién te dice que no tengo suficiente dinero para desechar esa posibilidad? –preguntó Pedro en tono arrogante.


–Puedes intentarlo –dijo Canton–, pero tu abuelo tiene la última palabra ante la ley.


–Iremos a juicio y haremos que uno de mis hermanos tenga la custodia.


–Adelante, hazlo –lo animó Renato–. Pero ¿cuánto tiempo crees que se alargará el caso? ¿Meses? ¿Un año? ¿Sobrevivirá tu madre tanto tiempo en esas condiciones?


–¿Serías capaz de hacerle eso a tu hija?


Paula conocía a Renato desde que era niña y sabía de lo que era capaz. Su falta de compasión y remordimiento lo convertían en un ser extremadamente peligroso.


Lily estaba en coma, pero Paula estaba convencida de que a veces era consciente de su entorno.


–Desde luego que sería capaz –exclamó sin poder evitarlo. 


El fuego que ardía en los ojos de Pedro le provocaba escalofríos, aunque seguía sin mirarla.


–Maldito hijo de perra… –masculló él, lanzándole a Renato una mirada asesina–. ¿Cómo puedes usar a tu propia hija en tu diabólico juego?


Renato golpeó la cama con un puño exangüe.


–Esto no es un juego. Mi legado, la fábrica y este pueblo deben seguir adelante o todo habrá sido en vano. Es mejor que paguen dos que todo el pueblo.


–¿Dos? –preguntó Pedro con el ceño fruncido.


Canton levantó una mano para llamar la atención.


–Hay una cláusula adicional… O lo aceptas todo o nada –carraspeó–. Tienes que casarte y residir en Alfonso Manor un año. Solo entonces tu abuelo te eximirá de tus responsabilidades o podrás disponer de tu herencia, si ya ha fallecido.


Pedro tomó aire lentamente, pero al mirar a su abuelo pareció perder el control.


–No –espetó–. De ninguna manera. No puedes hacer eso…


–Puedo hacer lo que quiera, muchacho. El hecho de que no hayas visitado a tu madre en diez años no jugará a tu favor si decides ir a juicio para conseguir la custodia –la respiración se le hizo más pesada–. Te convendría controlar tu temperamento. Recuerda las consecuencias de tu último desplante.


Paula puso una mueca. Lily le había contado que la rebeldía de Pedro había impedido que tuviera contacto con su madre, lo que acabó teniendo graves repercusiones en la salud de Lily.


–¿Por qué yo? –preguntó Pedro–. ¿Por qué no uno de los gemelos?


Renato torció el gesto en una malvada sonrisa.


–Porque quiero que seas tú. Llevas en los genes la obstinación necesaria para llevar donde yo quiero a una nueva generación de la familia.


Paula se encogió. Nolen, Maria y Lily, los otros residentes de la mansión, no eran parientes suyos, pero sí lo más parecido a una familia que había tenido en su vida. No iba a permitir que la obsesión de Renato por controlarlo todo los echara a la calle. Estaba en deuda con ellos, y sobre todo con Lily. Si para saldar esa deuda y proteger a sus seres queridos tenía que ser una marioneta en manos de Renato, lo haría sin dudarlo. Su familia biológica le había enseñado al menos una valiosa lección en sus veintiséis años de vida: cómo ser útil.


–Todo está en regla –intervino el abogado–. O se casa y hace que la fábrica siga siendo rentable, o la señora Alfonso tendrá que marcharse inmediatamente.


–Lo tomas o lo dejas –lo presionó Renato.


Paula vio cómo Pedro se encorvaba ligeramente bajo el peso de la derrota.


–¿Y dónde se supone que voy a encontrar a alguien dispuesta a sacrificarse por la causa?


–Creía que se te daba bien buscar tesoros –dijo Paula, refiriéndose a la carrera de Pedro como marchante de arte.


–Nunca me ha interesado buscar esposa, y dudo de que alguna quiera seguirte el juego, abuelo.


Paula respiró hondo, sofocó las náuseas que le subían por la garganta y se apartó de la pared.


–Yo lo haré.






4 comentarios:

  1. Wowwwwwwwwwwww, qué fuerte parece esta novela

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  2. Amé el final de la otra nove, muy tierna. Me gusta esta nove, parece interesante!

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  3. aaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhh!!!!!! buenísima

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  4. Muy buen comienzo! me atrapa la trama de la historia!

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