sábado, 28 de marzo de 2015

INEVITABLE: CAPITULO 14




Carolina y Paula estaban enfrascadas en su conversación cuando escucharon el timbre. Se levantaron al mismo tiempo sorprendidas por la interrupción.


—¿Esperas a alguien? —quiso saber Paula.


—No —admitió su amiga—. No espero a nadie.


El timbre volvió a sonar, por lo que empezaron a caminar hacia la sala. Carolina se adelantó a su amiga y observó a través de la mirilla solo para encontrarse con un Mauricio vestido con vaqueros desgastados, una camiseta clara que ella le había regalado y su chaqueta de cuero favorita. Unos lentes de sol completaban el atuendo.


—Es él —vocalizó Carolina—. ¿Me veo bien?


—Perfecta nena, haz lo tuyo —la animó Paula, que se ocultó detrás de ella para no perder detalle de la escena.


Carolina abrió la puerta, pero no completamente. Saludó a Mauricio con una sonrisa temblorosa en el rostro mientras se reprendía por su actitud. Han sido amigos desde siempre ¿ahora sentía vergüenza de hablar con él?


La verdad sea dicha, sí. Sí estaba avergonzada, pero no por lo que habían hecho sino por su reacción después de que él le dijera que la amaba.


Antes de que ella pudiera decir nada, Mauricio le tendió una caja de color lila y le ofreció una sonrisa cálida.


—Caro, solo venía a ofrecerte una disculpa —dijo él—. Ayer estaba muy bebido y dije algo que realmente no quise decir.


—No… yo… —balbuceó Carolina.


—Déjame terminar —pidió Mauricio—. Estarás de acuerdo conmigo que lo de anoche fue increíble —suspiró—. Pero eres mi mejor amiga, y no me gustaría arruinar eso. No me gustaría que las cosas se pusieran raras entre nosotros porque fui un imbécil y te dije algo estúpido después del sexo.


Carolina se tragó las lágrimas que pugnaban por salir y asintió.


—No te preocupes, cariño —le dijo—. Esto no tiene por qué hacer las cosas raras entre nosotros.


—Genial —exclamó él—. Bueno, eso era todo. Qué tengas un lindo día —añadió mientras se acercaba a darle un beso en la frente. Nos vemos, nena —se despidió mientras se subía a la moto y recorría el pequeño trecho hasta su propia casa.


Carolina cerró la puerta y se recostó de ella mientras procesaba lo que acababa de ocurrir. Mauricio se había retractado. Para él era más importante tenerla como amiga. 


Ella no pudo seguir conteniendo las lágrimas y se derrumbó, pero esta vez estaba Paula para sostenerla mientras lloraba.


—Lo siento mucho, cariño —se lamentó la escritora mientras la acunaba como a una niña y la dejaba llorar.


—¿Por qué me pasan estas cosas a mí? —se quejó Carolina.


—No lo sé, cariño. Pero todo estará bien… haremos que esté bien —prometió—. Haremos ese viaje y conoceremos a los hombres de nuestra vida —le aseguró.


—Eso haremos —aceptó Carolina secándose las lágrimas y abriendo la caja que aún tenía entre las manos.


Un nudo se formó en su garganta cuando vio los bombones porque supo exactamente de dónde eran. Le ofreció uno a Paula y tomó uno para ella


—Por el viaje que nos cambiará la vida —brindó Carolina.


—Por el viaje de nuestras vidas —dijo Paula haciendo chocar los bombones—. Por lo que fue y por lo que vendrá.







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