Aquello era cierto. Pedro se quedó momentáneamente anonadado ante la claridad del pensamiento de Paula. Era cierto que le gustaban y atraían las aventuras breves, y si era cuando estaban de viaje, mejor.
–Tienes razón. Me costó mucho conquistar mi libertad y no pienso renunciar a ella por nadie.
Paula asintió con expresión comprensiva.
–Sé exactamente cómo te sientes. No lamento nada de lo que he hecho estos últimos años, pero ahora quiero recuperar mi tiempo, mi libertad. No quiero que nada ni nadie me retenga –concluyó con una traviesa sonrisa.
A pesar de que parecían estar de acuerdo, Pedro no las tenía todas consigo.
–Entonces, ¿hablas en serio respecto a lo de no casarte ni tener hijos?
–Creo que he salido a mi madre –dijo Paula mientras se arrellanaba en el sofá–. No me quiso tener a su lado a pesar de que decidió seguir adelante con su embarazo. Yo no pienso hacerle eso a nadie.
–¿Tampoco quieres una relación permanente?
–Prefiero tener sucesivos amigos de juego.
Paula estaba citando la propia filosofía de Pedro, pero a este no le gustó cómo sonó saliendo de su boca. No le gustaba la idea de que renunciara por completo a la posibilidad de estar con alguien. Merecía que la adoraran, que la cuidaran como un tesoro.
Pero no debía seguir aquella línea de pensamientos. Pulsó el botón de pausa para seguir viendo la película, pero le resultó imposible concentrarse en los movimientos de los bailarines. ¿Se habría contenido en todas sus relaciones anteriores solo por si surgía algo mejor? No lo creía, pero incluso después del desastre con Diana había pensado que lo único que tenía que hacer era ligar con la mujer adecuada. Pero Paula no era la mujer adecuada. De hecho, empezaba a preguntarse si existiría aquella clase de mujer.
Pero no le gustaba nada que Paula quisiera seguir sus pasos en lo referente a las relaciones.
No le gustaba nada.
2 huesos duros de roer me parece. Está muy buena esta historia.
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