jueves, 4 de noviembre de 2021

SIN ATADURAS: CAPÍTULO 51

 

Después de comer, Pedro dejó un libro en la mesa delante de Paula


–¿Has visto algunas vez esto?


Paula leyó el título y frunció el ceño.


–Es el código de circulación –continuó Pedro–. Necesitas estudiarlo porque mañana vas a hacer el examen teórico.


–No pienso hacerlo.


–Claro que sí, o de lo contrario…


–De lo contrario, ¿qué? –dijo Paula.


–No seguiremos adelante con los demás puntos de tu lista –replicó Pedro.


Paula frunció el ceño.


–Te estás tirando un farol.


Pedro se apoyó contra el respaldo de su silla y palmeó su regazo, como sugiriendo que Paula se sentara a horcajadas en él.


–Pruébame.


Paula no pudo evitar ruborizarse.


–No me hace falta. Sé cómo divertirme sola.


–Creo que averiguarás que el placer solitario no es tan dulce como el compartido.


Paula tomó el libro y lo abrió por una página al azar. En realidad, lo único que quería era enterrar su ardiente rostro en él. Pedro tenía razón.


–Si quieres, puedes hacer las prácticas con mi coche –continuó él–. Así estarás cubierta por mi seguro.


–Gracias, pero no.


–¿Te asusta conducir un vehículo que de verdad corre?


–Creo que ya sabes que no me asusta la velocidad –Paula le dedicó una sensual mirada por encima del aburrido libro del código de circulación.


–Para ti todo acaba siendo sexo.


–¿Y vas a quejarte? –preguntó Paula en tono burlón–. Somos sexo, Pedro. Formamos un buen equipo –dijo, pero no estaba siendo totalmente sincera, ni siquiera consigo misma. Se levantó rápidamente de la mesa–. Tengo una película de baile increíble para esta noche.


–No puedo esperar a verla –comentó Pedro en tono irónico.


En aquel momento recibió un aviso de mensaje entrante en su móvil. Tras leerlo masculló una maldición.


–¿Qué sucede? –preguntó Paula.


–Al parecer uno de los chicos se ha metido en un lío. Ha estado engañando a su mujer, la prensa se ha enterado y mañana va a aparecer la noticia en todas las portadas –Pedro movió la cabeza–. Ese es el motivo por el que no deberían casarse. El compromiso no encaja con este estilo de vida.


Paula rio.


–¿Hablas en serio?


–Totalmente. Los jugadores están sometidos a una gran presión. Están fuera muy a menudo, y son todo adrenalina; de alguna manera tienen que liberarse. Las relaciones a distancia no funcionan, y en este negocio hay aún más factores para que los matrimonios fracasen.


Paula lo miró, asombrada.


–No estamos hablando de gente que se pasa meses fuera, ni siquiera semanas. Estamos hablando de días.


–No entiendes las tentaciones a que se enfrentan.


–Oh, vamos. La tentación pasa a tu lado por la calle a diario. Los hombres que ceden a la tentación en viajes tan cortos lo harían igualmente aunque no estuvieran de viaje –dijo Paula con firmeza–. El problema no es el estilo de vida, sino los hombres que no saben tener la bragueta subida. No quieres renunciar a tu libertad por si aparece algo mejor. Eso está bien, pero no trates de utilizar tu trabajo como excusa. Si quisieras renunciar a tu libertad lo harías, pero no quieres.






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