martes, 16 de noviembre de 2021

CORAZON INDOMABLE: CAPITULO 21



Los Lawson tardaron diez minutos en meterse en el Nissan junto con su perro loco. Cuando entró en casa con su hijo, Paula intentó imaginar qué cosas podrían ocurrir en una fiesta de pijamas. Otra experiencia más que no había vivido de niña. Frunció el ceño. ¿Acaso nunca la habían invitado a casa de nadie, o quizá había dicho tantas veces que no que las chicas de su clase habían dejado de preguntárselo? Sobraba decir que ella nunca había invitado a una. El coronel no solo no habría tolerado las risas de los niños en la casa, sino que ella no se los habría endosado.


—Mamá, ¿puedo llevarme las ranas a casa de Pablo? —preguntó Lisandro.


—No. Están felices donde están. No les gustaría que las llevaras a la escuela. Si quieres que Pablo las vea, puedes invitarlo aquí alguna vez.


—¡Oh, genial!


Que al niño no se le hubiera ocurrido invitarlo directamente resaltaba el hecho de que nunca había llevado a un amigo a casa en toda su vida.


Paula se sintió triste por ello. Añadió eso a la lista de cosas que sabía que le había quitado. Como unos abuelos, o la figura paterna que tanto necesitaba.


—¿Lisandro? —le preparó un sándwich mientras él se calmaba—. ¿Te apetecería eso? ¿Querrías invitar a Pablo a casa?


—¡Sí! Puede ver mi habitación. Y puedo enseñarle la charca de las ranas —un charco embarrado en la base de la hondonada con ranas salvajes.


El paraíso del niño.


Paula se relajó. Todavía el fantasma de su padre hacía que dudase de sí misma. De su capacidad como madre. Negó con la cabeza y se volvió hacia el chico.


—De acuerdo. Hablemos del proyecto de ciencias…





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