sábado, 16 de octubre de 2021

MENTIRAS DE AMOR: CAPITULO 77

 

En el momento en el que ella cerró la puerta, Paula cayó de rodillas. Todo su cuerpo temblaba al tiempo que unos desconsolados sollozos se le escapaban del pecho. Nunca sabría cómo había conseguido contenerse.


Afortunadamente, Facundo no estaba en casa. Cerró los ojos. Había esperado que Pedro hubiera escuchado lo que ella le había dicho aquella tarde. Que hubiera examinado su corazón y hubiera pensado en el informe. Sin embargo, parecía que sus súplicas no habían servido de nada. Igual que el ridículo amor que sentía por él.


El dolor volvió a apoderarse de ella. Los ojos volvieron a escocerle por las lágrimas. Tenía que recuperar el control. Ya lo había hecho antes, cuando sus padres murieron, y podría volver a hacerlo. Pieza a pieza, volvió a reconstruirse y a aprender a comportarse como si no hubiera ocurrido nada. La pena era algo que se guardaba en el interior. Si no se hacía así, podría consumir por completo a una persona.


Desde el principio, había sabido que lo suyo con Pedro no era eterno. Por mucho que él le hubiera llegado al corazón y que ella supiera que jamás volvería a amar del mismo modo. No podía engañarse. Habían sido dos adultos que se habían unido sin promesas ni ilusiones.


Que ella hubiera sido tan estúpida como para no poder mantener la mente separada del corazón había sido culpa suya. Pedro, por su parte, no parecía haber tenido dificultad alguna.


El hecho de que hubiera renunciado a lo que le correspondía tan fácilmente no suponía buenos augurios para la fábrica. Pau había pensado que él era un hombre mejor. Se había equivocado.


Lo único que podía hacer era echar mano de la fuerza y encontrar el modo de salir adelante para poder seguir trabajando con Pedro.



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