Al final del día, Pedro supo lo que tenía que hacer. Era algo que había sabido que tenía que hacer desde Nueva York, pero que había sido incapaz de realizar. Tenía que romper el vínculo que lo unía a Paula y dejarla regresar a su vida. En aquellos momentos, con la opinión que Paula tenía de él, sería mucho más fácil. Era lo mejor para ella. Por supuesto, si la decisión de cerrar Vista del Mar se hacía realidad, ella se quedaría sin trabajo junto con el resto de los empleados y también su hermano. Sin embargo, los dos eran individuos inteligentes. A través de sus contactos, Pedro se aseguraría de que les ofrecieran trabajo en otra parte. Era lo menos que podía hacer por ellos a largo plazo.
No obstante, a corto plazo, lo que tenía que hacer por Paula era librarla de su acuerdo, pero primero tenía que realizar una llamada muy importante. Debía llamar a su padre.
Cuando Pedro terminó la llamada a su padre, Paula ya se había marchado a casa. Pedro se sentía completamente vacío por dentro. A pesar de que su padre se había enfadado con él por haberle engañado deliberadamente, había parecido más desilusionado por el hecho de que su relación con Paula no hubiera sido real. Sacó un antiácido del cajón y se lo tomó para aliviar la quemazón que sentía en el estómago. Había hecho daño a muchas personas. ¿Por qué? Por un trozo de tierra en el que él no tenía intención alguna de vivir o de cultivar. Su padre seguramente ya había dado luz verde para que pusieran la granja en la agencia inmobiliaria que se encargaría de venderla. Se sintió fatal por ello, pero no podía haber seguido con aquella mentira.
Todas aquellas generaciones de Alfonso a los que había querido honrar y recordar, los trabajadores hombres y mujeres cuya ética había sido tan fuerte como su sueño para aquellas tierras. Los había deshonrado con su comportamiento egoísta.
Tardaría un tiempo en suavizar la tensión con su familia. Su teléfono móvil no dejaba de recibir mensajes de sus hermanos que le exigían que les aclarara si todo había sido una farsa. Había caído en lo más bajo, pero aún le quedaba una cosa por haber. Cuanto antes la hiciera, mejor.
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