Paula lo observó. Había conseguido que perdiera el control. Su pecho se movía como si hubiera corrido una maratón, la ira escapaba por cada uno de sus poros.
La rabia que sentía ella no era menor. Pedro no pensaba intentar detenerla ni iba a preguntarle por sus motivos. Eso lo decía todo. Habían terminado.
Sin mediar palabra, tomó la bolsa y salió sin volverse a mirarlo.
Pedro se quedó en medio de la habitación, paralizado hasta que escuchó cerrarse la puerta de entraba. Nunca había estado tan furioso. Ni siquiera podía pensar. Paula lo había dejado sin dar la menor explicación. Se le nubló la vista y quiso romper algo. Finalmente, dio un puñetazo a la puerta. Y otro.
La estupidez de su comportamiento no era nada comparada con la de haber dejado a Paula entrar en su vida. El dolor de la mano no era nada comparado con el de su corazón. Recorrió la habitación rabioso, diciéndose que no debía tomarlo de sorpresa, que sabía que se marcharía en cuanto supiera que el bar estaba en venta… de pronto se dio cuenta de que Paula todavía no había recibido la noticia, y su mente empezó a funcionar a toda velocidad. No comprendía cómo había explotado tan fuera de sí, dejando que emoción y razón se mezclaran. Pero en el momento sólo había sido capaz de comprender que Paula se marchaba y el dolor que eso le producía.
Porque lo peor era la conciencia de que no quería perderla. Que por primera vez le había sucedido lo que tantas veces se había jurado evitar: que necesitaba a aquella mujer. Y había ido a elegir a la única que había entrado en su vida sin solicitárselo y que la dejaba de la misma manera.
Tenía que haber sucedido algo que justificara su comportamiento. Aunque había intentado mostrarse indiferente, había intuido en su mirada y en su ademán un sentimiento que se esforzaba en ocultar. Y él había sido tan idiota como para enfadarse en lugar de intentar averiguar qué le pasaba. Pero con Paula no era capaz de pensar sensatamente. La necesitaba, necesitaba la paz y el consuelo que sentía entre sus brazos y sus constantes provocaciones durante el día. Era llave de su felicidad y arriesgaría lo que fuera por recuperarla.
Ayyyyyyyyyyy por qué no le dijo todo Pau a Pedro??? Me tiene atrapada esta historia.
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