sábado, 18 de septiembre de 2021

NUESTRO CONTRATO: CAPÍTULO 53



Se despertó tarde de nuevo. Y confuso. ¿Qué demonios le estaba pasando?


Miró a Paula y decidió no despertarla a pesar de que representaba una tentación casi imposible de resistir. Así que, a su pesar, se duchó y se fue.


Una vez en el despacho, leyó y releyó un mensaje de Lara, irritado. ¡Como si necesitara más complicaciones relacionadas con Paula! ¿Cómo iba a lograr comprometerla por más tiempo si nunca permanecía en el mismo sitio lo suficiente? Estaba seguro de que, en cuanto le dijera lo que Lara pretendía, se marcharía. Y aunque prendió en él una chispa de esperanza, la apagó al instante.


Era mejor mantener la cabeza fría.


Llamó a una agencia de colocación y explicó lo que necesitaba y cuándo calculaba que lo necesitaría. Luego fue a ver a un colega en la sección comercial del bufete y escribió un mensaje a Lara. Ella llamó al instante.


–¿Cómo que no puedes ocuparte tú mismo? –preguntó.


–Lara, me niego a vender el bar.


–¿Por qué?


–Porque estoy implicado en… –Pedro calló–. Yo me dedico al derecho criminal, no mercantil.


–¿A qué implicación te refieres? ¿Romántica? ¡Qué alegría! Estoy deseando conocerla.


–Lara, estoy muy ocupado. Adiós –dijo Pedro. Y colgó.


Luego se quedó con la mirada perdida, aterrorizado de que Lara tuviera razón.


Después del trabajo fue a darle la noticia a Paula, pero cambió de idea en cuanto la vio. Sabía que en cuanto le dijera que el bar estaba en venta, se marcharía, y él necesitaba un poco más de tiempo con ella. No se trataba de una mentira, sino de una omisión temporal. Sólo necesitaba disfrutar de ella como si estuviera de vacaciones, pasar unos días haciendo las cosas que no acostumbraba a hacer, hasta aburrirse y querer retomar su vida real. Se pasó la mano por la frente. Estaba seguro que aquel deseo que sentía por ella acabaría apagándose. No era posible que durara.




No hay comentarios.:

Publicar un comentario