viernes, 3 de septiembre de 2021

NUESTRO CONTRATO: CAPÍTULO 3

 


El silencio se prolongó hasta la incomodidad. Paula alzó la barbilla y se dio cuenta de que el hombre se concentraba en sus labios, y no sonrió al ver que separaba los suyos.


–Principesa es un bar sencillo, pero que va muy bien, y no quiero que fracase.


Paula había oído hablar de él y sabía que había abierto durante el año que ella había estado fuera. Tal y como él lo había descrito, era pequeño, pero tenía un gran potencial.


–¿Eres el dueño? –aunque mostrarse tan incrédula no jugaba a su favor, lo cierto era que no llegaba a imaginárselo en el mundo de los bares nocturnos, y Principesa lo era.


–Mi prima Lara Alfonso es la dueña.


Paula la conocía. Un metro ochenta y el aspecto de una diosa nórdica; había sido la musa de la modernidad durante muchos años.


–Ha tenido que ir a Estados Unidos por asuntos personales –el hombre hizo una mueca de desagrado–, y me ha pedido que vigile a su encargado –las dos últimas palabras salieron de sus labios como un insulto.


–¿Y qué ha pasado?


–Que ha aparecido completamente borracho esta mañana detrás de la barra. La policía municipal lo ha encontrado al ir a comprobar por qué el bar no había cerrado y se oía música a todo volumen desde la calle. Además he descubierto desajustes en la caja.


–Lo que significa…


–Que lo he despedido.


Paula sospechaba que errores aun menores podían encolerizar a un hombre como aquél. No tenía aspecto de conformarse más que con la perfección.


–Así que necesitas a alguien lo antes posible.


Él asintió.


–Estamos a miércoles y puedo mantenerlo cerrado un par de días, pero debería abrir el viernes. Quiero que alguien empiece inmediatamente a poner orden en el caos. No quedan provisiones ni para media noche. Necesito a alguien que asuma la responsabilidad.


–¿Y por qué no lo haces tú?


Él puso los ojos en blanco.


–¿Con esta pinta? –se señaló el traje y a Paula le gustó que tuviera sentido del humor–. Tengo un trabajo que me ocupa todo el día. Por eso quiero que alguien me libere de esa responsabilidad hasta que Lara vuelva.


–¿Y cuándo es eso?


–Eso me gustaría saber a mí –dijo él, encogiéndose de hombros–. Espero que en tres de semanas.


Se produjo un nuevo silencio durante el que Paula lo observó mientras pensaba a toda velocidad. Intentó ignorar que lo encontraba extremadamente atractivo y que su fría determinación resultaba fascinante. No podía negar que la excitaba.




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