sábado, 28 de agosto de 2021

QUIERO TU CORAZÓN: CAPÍTULO 51

 


Al día siguiente, después de desayunar, fueron al salón a instalarse en su stand. El resto del día fue un torbellino de actividad.


Pau sonrió y habló, estrechó manos y estudió caras. Entregó folletos, tarjetas y bolígrafos de regalo. Cuando Pedro se hallaba fuera mostrando el «ladeavacas», ella se ocupaba sola del puesto.


Se saltaron los talleres y las presentaciones, pero juntos fueron a mirar los otros puestos, que abarcaban desde tractores hasta recortadores de pezuñas y cascos, DVD acerca de cómo criar cabras y libros para curar los cólicos. Los agentes de seguros y los consejeros financieros buscaban sus servicios. Las mujeres vendían hamacas hechas a mano y helados caseros.


Entre visitantes, Pau trató de no pensar en la noche anterior ni en lo maravillosa que sería la siguiente. No lo consiguió.


En una ocasión, Pedro regresó con un café con leche bien caliente para ella, en otra con tres claveles amarillos que le puso en el cabello recogido. Durante un breve momento, su mano grande y cálida reposó de forma posesiva en su nuca y las miradas se encontraron.


—Arrebatadora —murmuró.


Comieron en el mismo salón en que habían cenado la noche anterior, sentándose con un grupo diferente a una mesa redonda. Por la tarde, cada vez que lo veía observándola, sentía un destello de renovado placer. Ya eran un equipo. Podía verlo en la cara de Pedro cuando la miraba con gesto de aprobación y posesión.


Sin saberlo Pau, Pedro había conservado su habitación aquella mañana mientras ella dejaba la que le habían asignado. Enviándola a hacer un recado, había dejado la bolsa de ella en su habitación en vez de llevarla a la camioneta.


Ese día había representado una larga prueba de resistencia mientras intentaba centrarse en el trabajo, cuando lo único que quería era echársela al hombro y regresar arriba con ella.


Había tenido razón al pensar en que era perfecta para él en todos los sentidos. ¿Cuánto debería esperar antes de pedirle que se fuera a vivir con él? Podrían ir juntos al trabajo, intercambiar ideas. Hasta que dieran el siguiente paso, no creía en esconder su relación, pero tampoco en hacer ostentación de ella. Sabía que Paula podía hacerlo feliz en todos los aspectos y tenía la intención de devolverle plenamente el favor. Podía permitirse el lujo de complacerla y así lo haría.




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