lunes, 5 de julio de 2021

IRA Y PASIÓN: CAPÍTULO 50

 


Pero a la mañana siguiente Máximo estaba esperándola en la cocina con cara de pocos amigos.


—Buenos días. Espero que no estés enfadado conmigo.


—Supongo que sabrás que no fue tu habilidad sino pura suerte que perdieras al hombre que te seguía. Y mucha más suerte que no te pasara nada…


—Eres tan exagerado como Pedro —sonrió Paula.


—¿Esto te hace gracia? Pues deja que te diga una cosa: en esta ciudad hay cientos de asesinatos todos los días…


—Lo sé, lo sé —Paula se puso seria.


Seguramente el hombre no sabía que Pedro la había llevado allí contra su voluntad y ella no tenía intención de contárselo.


—¿Qué intentas hacerle a Pedro? —Le preguntó Máximo entonces—.Cuando se casó contigo, pensé que era lo mejor que podía pasarle. Al menos había amor en su vida por primera vez, algo que no ha tenido nunca. Pero ahora no estoy tan seguro. Nunca lo había visto tan preocupado. Es un hombre rico y poderoso y tiene muchos enemigos, Paula. Tú eres su mujer, deberías ser consciente del peligro. Ayer casi le da un infarto al saber que habías desaparecido. Es un hombre solitario por naturaleza, por no decir un adicto al trabajo, pero ayer lo dejó todo para ir a buscarte. Ese hombre te adora y tú le pagas portándote como una niña rebelde… Quiero que me des tu palabra de que no volverás a hacerlo. Si no me das tu palabra, iré pegado a ti como una sombra.


Atónita por el tono y asombrada de que Máximo pensase que Pedro la quería, Paula se limitó a asentir con la cabeza.


Mercedes, su nueva escolta, llegó unos minutos después. Era un poco mayor que ella y, tras media hora de conversación, Paula decidió que le gustaba. La chica conocía bien la ciudad, lo bueno y lo malo, y tenía un gran sentido del humor. A partir de aquel día la acompañó a museos, tiendas y galerías de arte, de modo que su estancia en Nueva York empezó a ser más agradable.


Pero Paula estaba deseando volver a Londres.



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