domingo, 4 de abril de 2021

FARSANTES: CAPÍTULO 37

 


Alfonso se quedó pensando que Paula significaba mucho para él. La encontraba realmente bella: su piel era sonrosada, sus ojos estaban realzados por abundantes pestañas y poseían el fulgor de la malaquita. Su melena era simplemente soberbia…


Sin darse cuenta, Paula se desabrochó los primeros botones de la camisa dejando entrever los senos. Pedro acarició lo más sensual de su feminidad, pero rápidamente, notó el desacuerdo de su anfitriona.


—No, por favor. Dijimos que nos daríamos un beso solamente.


—De acuerdo —dijo Alfonso, respetando su deseo.


Pero el beso que le estaba dando se había fijado en el pecho izquierdo, por lo que tenía que apartar el sujetador de encaje.


De pronto, un lamento lleno de deseo salió de la garganta de Paula…


La monitora, a pesar de su falta de experiencia, respondía con mucha vivacidad a los estímulos sensoriales que le suscitaba su compañero. Los dos se movían al unísono, sabiendo lo mucho que se deseaban. Hacían una pareja perfecta para descubrir nuevas sensaciones.


Pero, tras unos segundos de puro placer, Paula se incorporó.


—Pedro…


—Dime, querida —murmuró Alfonso, mordisqueando uno de sus pezones y acariciando suavemente el otro.


Se estaba concentrando en el pecho de Paula porque quería continuar, bajándole la cremallera de los téjanos y descubrir la cálida hendidura que se encontraba entre sus piernas.


Pedro, no… —protestó la vaquera, impulsándole fuertemente hacia atrás.


—Pero, cariño…


—Para, por favor.


La voz de Paula, lo dejó paralizado de frustración. No obstante, se trataba de la voluntad de su compañera y quiso respetarla.


Molesto, se puso a mirar el paisaje, preguntándose como se había podido meter en aquel lío. La mujer con la que estaba era la que le había gustado más que cualquier otra en el mundo. Pero daba la casualidad de que lo único que le interesaba de él era su amistad…




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