Pedro se puso tenso al oír el tono de voz de Gabriel, pagó la cerveza y salió a la calle.
—Ya estoy fuera. ¿Qué ocurre?
—¿Te acuerdas de las fotografías que me enviaste? ¿Esas de ese tipo que te parecía sospechoso?
—¿Qué pasa con él?
—Que eres el hombre más intuitivo que he conocido nunca. Patricio Thurgood está buscado por Interpol, la CIA y la Agencia Antidrogas.
—No me digas. ¿Qué ha hecho?
—Es un tipo peligroso. Lo buscan por tráfico de drogas y de armas. ¿Tienes alguna idea de dónde está ahora mismo?
—Cenando con mi chica.
—¿Dónde?
—No lo sé —respondió él, nervioso y preocupado—, pero lo averiguaré.
—Llámame en cuanto lo sepas para que yo informe a las personas adecuadas.
—De acuerdo.
—Y no te hagas el héroe. Deja que se ocupen de él los profesionales.
Pedro colgó el teléfono sin molestarse en contestar. No tenía tiempo.
Llamó a Paula, pero esta no respondió.
Y entonces pensó en su mejor amiga, Julia. Todavía tenía su tarjeta de visita en la cartera.
—Julia, soy Pedro. Paula está en peligro.
—¿Qué?
—Necesito saber dónde está.
Julia guardó silencio unos segundos y luego respondió:
—Si Paula quisiera que supieses dónde está, te lo habría dicho ella misma.
—Escucha. Me acaban de llamar para contarme que el tipo con el que está es un delincuente internacional.
—¿Pedro? ¿Has estado bebiendo?
—No. Te hablo en serio. Por favor.
—No sé dónde está, pero puedo llamarla.
—Ya lo he intentado yo y no responde.
Julia juró al otro lado de la línea, también estaba preocupada por Paula, pero Pedro no sabía si el motivo era el tipo con el que estaba en esos momentos o él.
—Te voy a dar el nombre del director de la revista. El te confirmará lo que te estoy diciendo.
—¿Y cómo sabré que es él?
—¡Míralo en Google! —respondió Pedro con frustración—. Toma el número.
—Lo siento, pero solo estoy pensando en mi amiga.
—Por supuesto que sí, y te aseguro que está en peligro.
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