domingo, 28 de febrero de 2021

UN EXTRAÑO EN LA CAMA: CAPÍTULO 37

 


No se dio cuenta de que se había quedado dormida, pero la alarma de su teléfono móvil la sobresaltó, despertándola. A juzgar por el escozor de los ojos y por la sensación de mareo que tenía, sospechó que había dormido solo unos minutos.


Pedro se incorporó inmediatamente y miró hacia la ventana. Acababa de amanecer.


—¿Qué hora es? —preguntó medio dormido.


—Las seis y media.


—¿Tienes una reunión o algo así?


—No, pero tengo que irme a casa a darme una ducha.


En realidad, había puesto la alarma tan pronto para evitar las incomodidades del día después.


Él la abrazó y volvió a tumbarla.


—Te puedes duchar aquí —le dijo, dándole un beso en el hombro—. Yo te frotaré la espalda.


Paula se sintió tentada, pero supo que había hecho lo correcto reduciendo aquello a una noche. Pedro era demasiado sexy, demasiado maravilloso para no enamorarse de él. Y lo último que quería en su vida era un hombre errante.


Se había prometido a sí misma que no tendría una relación con ningún hombre que no quisiera vivir siempre en un mismo lugar, así que sabía que no debía salir con Pedro.


A regañadientes, se apartó, le sonrió, le dio un beso y se puso en pie.


Notó la madera fría en los pies y se estremeció. Cuanto antes saliese de allí, mejor.


—¿Nos veremos luego? —le preguntó él con voz de sueño.


—No lo sé —respondió ella en tono profesional—. Mañana vendré con unos clientes, pero te lo tengo que confirmar. Con respecto a hoy, no creo que nos veamos salvo que alguien llame y pida ver la casa.


—Hablabas en serio con lo de que iba a ser solo una noche, ¿verdad? — comentó él con incredulidad.


Después de la noche que habían pasado juntos, Paula entendía que pensase que estaba loca. Mientras se vestía, se dijo que la locura sería continuar con aquello. Lo único que podía pasar si se enamoraba de un hombre como Pedro era que le rompiesen el corazón.


—Tiene que ser así, Pedro. ¿No te das cuenta? Tú eres un trotamundos.


Él no la contradijo, se limitó a asentir con la mirada perdida.


Paula salió de la habitación y se dijo a sí misma.


—Y yo todo lo contrario.




1 comentario: