sábado, 27 de febrero de 2021

UN EXTRAÑO EN LA CAMA: CAPÍTULO 30

 


Las luces estaban encendidas, tal y como Pedro había esperado. Paula siempre lo esperaba para contarle cómo había ido la visita. Y le gustaba pensar que disfrutaba de aquellos breves encuentros tanto como él.


Recordó que lo había despedido con un portazo y al entrar dijo:

—Hola, cariño, ya estoy en casa.


Ella apareció desde la cocina. Pedro pensó que estaba muy guapa, y deseó que dejase de hacerle esperar algo que era inevitable.


Había algo distinto en ella. Estaba radiante, nerviosa. Y Pedro tuvo el presentimiento de que el motivo no tenía nada que ver con la venta de la casa.


—¿Qué tal la visita?


—Era una pareja con un bebé en camino. Necesitan algo más pequeño.


—¡Qué pena! —comentó él con cierto alivio.


Si Paula no había vendido la casa, ¿por qué estaba tan emocionada?


—¿Qué tal tu pierna?


—Mejor. ¿Por qué? —le preguntó él con cautela—. Aunque no lo suficiente si lo que quieres es que mueva una pesada caja o que cambie de sitio algún mueble.


—¿Y si lo que quiero es sexo?


Pedro se quedó tan perplejo al oír aquello que puso todo el peso de su cuerpo en la pierna mala y estuvo a punto de caerse.


—¿Qué has dicho?


—Era solo una pregunta. Me estaba preguntando si tu pierna estaría lo suficientemente bien para tener sexo.


—Sí —respondió él sin dudarlo.


—¿En teoría, sí?


—Vamos arriba y te lo demostraré.



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