sábado, 6 de febrero de 2021

APARIENCIAS: CAPÍTULO 16

 


Paula se sintió obligada a darle una explicación, pero tuvo la sensación de que él no la esperaba ni la necesitaba. Así que le hizo un gesto para que la siguiese hasta la minúscula cocina.


–¿Quieres leche o azúcar?


–No gracias.


Paula abrió un armario para sacar el azúcar.


–Bueno, ¿qué te trae por aquí esta mañana?


–Te dije que te pasaría a recoger.


Ella lo miró por encima del hombro.


–¿Sí?


–Para ir a por tu coche. Lo dejaste en el trabajo ayer, ¿recuerdas?


–Ah, es verdad.


Se le había olvidado. Algo poco habitual en ella. Entonces, ¿él tampoco estaba interesado en una relación?


En ese caso, tenía que sentirse aliviada, ¿por qué se sentía decepcionada?


«A ti te pasa algo, cielo», se dijo a sí misma mientras se ponía azúcar en el café.


–También quería darte algo –le dijo Pedro.


Paula dejó la cucharilla y cuando se giró vio que lo tenía detrás, vio su mirada y lo vio inclinarse hacia delante, y supo lo que iba a darle. Antes de que le diese tiempo a impedirlo, la estaba besando.


Al principio fue un beso suave y dulce, pero pronto se volvió más apasionado. Pedro la abrazó y la apretó contra su cuerpo, le metió la lengua en la boca y consiguió que se excitase.


Paula había tenido la esperanza de que la sensación de que el beso de la noche anterior había sido embriagador hubiese sido fruto de su embriaguez, pero en esos momentos se estaba dando cuenta de no era una ilusión, de que era cierto.


Era todavía mejor de lo que recordaba.


En un momento, volvió a tener ganas de acariciarle todo el cuerpo.


Y eso que había querido establecer límites con él. Aquello estaba mal, pero no podía evitarlo. Era como un tsunami de emociones encontradas.


Se separaron muy despacio, como si ninguno de los dos quisiera hacerlo.


Pedro suspiró y apoyó su frente en la de ella.


–Me había prometido a mí mismo que no iba a hacerlo, pero te he visto… y no he podido resistirme.


Ella deseó que lo hubiese hecho.


–Yo estaba a punto de decirte que lo de anoche fue un error, que no podemos volver a vernos para nada que no sea de trabajo.


–Sí, pero aquí estamos.


–No va a funcionar, Pedro.


–Lo sé.


–Queremos cosas completamente distintas en la vida.


–Lo sé.


–Y en estos momentos no tengo tiempo para una relación.


–Pues no la tengamos.


–Entonces, ¿qué?


Él se encogió de hombros.


–¿Por qué no… tenemos algo informal, solo para divertirnos?


Paula se quedó pensativa.


Ella no tenía tiempo para diversiones, aunque la noche anterior lo había pasado muy bien. Y tampoco le haría ningún daño relajarse de vez en cuando.


–Tengo una idea –le dijo él, acariciándole la mejilla con el dorso de la mano–. ¿Por qué no pasas de ir a trabajar hoy?


–No puedo.


Pero quería. Quería estar con él. Era diferente de los demás hombres a los que había conocido.


Tal vez fuese porque vivía de manera despreocupada, pero estar con él era demasiado… fácil.


–Claro que puedes –le dijo Pedro–. Es solo un día.


–La gala es dentro de tres semanas y queda mucho por hacer.


–Pero es sábado, ven a dar una vuelta conmigo.


–¿Adónde?


–Adonde sea. Podríamos ir de picnic.


Paula no había ido de picnic desde… bueno, no recordaba la última vez.


Era una idea tentadora, pero no quería que Pedro se hiciese ilusiones con ella.


Aunque eso no significaba que no pudiesen ser amigos.


–Iré, pero solo si vamos como amigos.


–¿Y si yo quiero más?


Ella retrocedió para apartarse de sus brazos.


–Entonces, nuestra relación tendrá que ser solo profesional.


–De acuerdo, amigos.


Paula tuvo la sensación de que había sido demasiado fácil convencerlo.


–¿Podemos marcharnos ya? –le preguntó él.


–¿De picnic?


Pedro asintió.


–¿Adónde?


–Conozco un lugar. Creo que te gustará.


Ella pensó que no debía ir, pero quería hacerlo.


Y nunca hacía lo que le apetecía.


Tal vez se mereciese tener un día de diversión.


–Iré a calzarme.




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