Paula parecía tan contenta que le hizo sonreír, pero entonces empezó una canción más rápida y Pedro prefirió no ponerla a prueba. Tenía que ir poco a poco.
La llevó de vuelta a la mesa, donde Billie les había dejado otra ronda y un par de cartas.
–Creo que Billie intenta decirnos algo –comentó Pedro.
–La verdad es que yo tengo hambre –admitió Paula, dando un sorbo a su copa, y después otro más.
Tenía que bajar el ritmo si no quería que Pedro tuviese que llevarla a casa.
Pidió una ensalada y Pedro, una hamburguesa. La pista de baile empezó a llenarse mientras esperaban la cena y él pensó que tal vez Paula se ponía nerviosa si le proponía bailar con tanta gente, pero entonces empezó a sonar una canción lenta y fue ella la que se levantó, descalza, y lo invitó a bailar. Cuando la apretó contra su cuerpo, no opuso resistencia, y Pedro no pudo evitar pensar que sus cuerpos encajaban a la perfección.
–Creo que, en realidad, me gusta bailar –comentó Paula sonriéndole.
Cada vez se le daba mejor y solo lo pisó una vez en toda la canción.
Cuando llegó la cena, volvieron a la mesa y Paula se quitó la chaqueta del traje antes de sentarse y la dobló con cuidado. Debajo llevaba una camiseta de seda color rosa claro que parecía tan suave y delicada como su piel. Tenía los pechos pequeños, pero proporcionados con el resto de su cuerpo. Todo lo contrario que Alicia, cuyos pechos operados siempre habían sido una fuente de sentimientos encontrados para él. Prefería las cosas naturales.
Paula pidió una cuarta copa de vino con la cena y Pedro pensó que se le tenía que estar subiendo a la cabeza, pero cuando intentó sacarla a bailar una de las coreografías en línea, se negó porque le daba vergüenza. Después de la quinta copa, Paula volvió a bailar una canción lenta entre sus brazos mucho más desinhibida.
Desde que había roto su compromiso, Pedro casi no se había fijado en ninguna mujer. Hasta que había conocido a Paula. Pero para ella era un hombre sin estudios que trabajaba de peón en un rancho. La cuestión era si estaba dispuesta a ver más allá.
Sería una prueba que le demostraría el tipo de mujer que era Paula Chaves en realidad.
Aunque Paula sabía que no estaba bien y que tenía muchas razones para no tener nada con un hombre como aquel, lo deseaba. Tal vez fuese el vino, o el hecho de no haber estado con un hombre en mucho tiempo, pero no podía evitar tener ganas de estar pegada a él. Normalmente se fijaba en hombres estudiosos, que no solían ser tan guapos, pero Pedro era fuerte y olía muy bien. Hasta la gustaba notar su barba en la frente cuando se apoyaba en su pecho.
–Ya lo tienes dominado –comentó Pedro con voz más ronca que un rato antes.
Paula levantó la vista y le sonrió, y vio que también había deseo en sus ojos.
–Me alegro de que hayas insistido.
–Yo también –le dijo él, alargando la mano para apartarle un mechón de pelo de la cara–. ¿Siempre llevas el pelo recogido?
–Para trabajar, sí.
–Seguro que estás muy sexy con él suelto –le dijo, pasando ambas manos por él para quitarle las horquillas–. Ves, tenía razón. Supongo que estás acostumbrado a oírlo, pero eres una mujer muy bella.
Lo cierto era que hacía mucho tiempo que no se lo decía nadie. Y si Pedro seguía diciéndole ese tipo de cosas y mirándola así, iba a empezar a olvidarse de por qué aquello estaba mal. Por qué solo podían ser amigos.
Se miraron a los ojos y Paula se preguntó si iba a besarla. Porque quería que lo hiciera.
Él inclinó la cabeza ligeramente y ella levantó la barbilla, pero Pedro se limitó a apoyar la frente en la de ella, decepcionándola.
La canción terminó y él le dio la mano y la llevó de vuelta a la mesa.
–Se está haciendo tarde. Debería llevarte a casa.
Ayyyyyyyyyyyyy, qué lindos caps.
ResponderBorrarMe encanta, saber de como inicip y como se enamoraron son la pareja mas bella que conocí en Argentina que dios los bendiga siempre a ellos y toda la familia
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