sábado, 24 de octubre de 2020

EN SU CAMA: CAPÍTULO 39

 


Más tarde por la noche, Paula permanecía despierta en la cama, acurrucada en los brazos de Pedro. Físicamente, no podría sentirse más cómoda y saciada, pero en su interior reinaba un caos emocional.


Había hecho precisamente lo que se había jurado que no haría, convertirse en la amante de Pedro.


Por alarmante que fuera, por mucho que la llevara a cuestionarse su propia personalidad, no era eso lo que la mantenía despierta.


Menos de una hora antes, había llegado a la conclusión, mientras Pedro la besaba, la acariciaba y la hacía suspirar, que se estaba enamorando de él.


Tragó con dificultad y parpadeó rápidamente para contener las incipientes lágrimas. Tenía la mejilla apoyada sobre el pecho de Pedro, que subía y bajaba pausadamente con su respiración.


Aquello sí que era un problema. Una aventura era una cosa. Pero ¿cómo iba a volver a casa con una sonrisa, dejando en Glendovia su corazón roto? ¿Cómo se suponía que iba a fingir que lo que había habido entre ellos, no había sido más que una aventura pasajera, cuando para ella había sido mucho más?


Pedro se removió ligeramente y Paula contuvo la respiración. Al ver que seguía dormido, se relajó un poco.


Dado que sabía que para él no era más que una distracción pasajera, y que no compartía sus sentimientos, tendría que manejar la situación lo mejor que pudiera. Ocultar sus sentimientos. Y cuando llegara el momento, se iría.


Cerró los ojos y se fue adormeciendo, convenciéndose de que tendría que ir acostumbrándose al dolor que le atenazaba el corazón, porque iba a convivir con él mucho tiempo.



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