sábado, 22 de agosto de 2020

EL HÉROE REGRESA : CAPÍTULO 54




Una lágrima cayó por la mejilla de Paula y Pedro esperó que fuera una buena señal.

—Paula, podías haberme salvado hace catorce años, pero perdí la oportunidad. Por favor, dime que no es demasiado tarde.

Miles de pensamientos se amontonaban en la cabeza de Paula. Se había enamorado de Pedro con sus ridículas peleas en el jardín y al ver la devoción que sentía por su abuelo, pero nunca pensó que él la amara. Parecía imposible. Pero estaba en sus ojos, desnudos de arrogancia o autodefensa.

—Paula, por favor, di algo.

—Yo…yo te quiero —dijo con la garganta seca.

Pedro le tapó la boca con la suya antes de que pudiera decir nada más. Ella sabía que tenía que decirle algo importante, pero… con el beso no pudo recordar lo que era. Hasta que no estuvo sentada a horcajadas en su regazo y él comenzó a quitarle el vestido, ella no recobró el sentido.

—Espera.

—Ya sé que éste no es el lugar apropiado. ¿Cuándo nos casamos?

¿Casarse? Paula comenzó a temblar. 

Quería estar con Pedro, pero no si no era de verdad y para siempre. No si no era lo correcto. No había sido justa forzando que volviera a Divine y aquellos días habían vivido en una burbuja. Su mundo estaba en otro lugar.

—Creo que deberías volver a Chicago.

—A ti no te gusta la ciudad. Tú quieres vivir en Divine.

—No he dicho «deberíamos» volver.

—¿Qué?

—Sólo por un período de prueba… para estar seguros de que quieres estar conmigo después de volver a tu vida. No es justo que yo te presione con el tema de Divine. Y después de lo que le ocurre a tu abuelo… tienes que estar seguro.

Pedro casi pierde los nervios. 

Anteriormente, habría reaccionado enfadándose con ella por haberle herido en su orgullo. Pero había algo más, aunque pareciera que lo que ocurría era que Paula no lo creía. Paula creía en el amor, pero nunca había sido amada por la gente que tenía más cerca. ¿Era tan extraño que no lo creyera? Pedro tomó la cara de ella entre sus manos, haciendo que lo mirara a la cara.

—Te quiero, Paula y esto no es cuestión de Divine o de dónde vayamos a vivir. Te juro que tanto aquí como en la ciudad, nada cambiará.

—Eso no lo sabes.

—Sé lo que siento. Tú me has liberado. No volveré a mirar atrás y a preguntarme qué habría pasado. Sólo quiero un futuro y ver cómo podemos construirlo. Vamos a llamar a mi familia para decirles que vengan a la boda. Por favor, cariño, no quiero esperar más.

—Yo tampoco, pero no voy a divorciarme otra vez y necesito que estés seguro.

—Estoy seguro —Pedro estuvo suplicando hasta que se hizo de noche y, entonces, se dio cuenta de que ella no cambiaría de opinión. Lo que Paula no podía comprender era que ella era la que no estaba segura de él y Pedro sintió un escalofrío al comprenderlo.

¿Y si nunca llegaba a creerlo?




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