jueves, 25 de junio de 2020

A TODO RIESGO: CAPITULO 33




16 de diciembre


Poco antes de las ocho, Pedro aparcaba frente a la casa de Paloma y Tomas Drummonds. El sendero de entrada ya estaba lleno e incluso había un par de vehículos aparcados en la calle.


—Parece que la fiesta está siendo un éxito.


—Paloma siempre ha sido una gran organizadora.


—¿La conoces bien?


—Fuimos juntas al instituto de aquí durante unos años. Mamá estaba fuera, en España, con algún proyecto de baile. Se suponía que solo tenía que haber estado fuera tres meses, pero encontró a uno de sus numerosos «amores de su vida», su marido número tres, y se quedó en España durante algún tiempo.


—Y tú te quedaste atrapada en Orange Beach mientras ella se dedicaba a recorrer España.


—Algo por lo que le estuve muy agradecida. Era la primera vez que estudiaba en un mismo colegio durante más de un curso, y la primera oportunidad que tenía de hacer verdaderos amigos. Juana y yo éramos casi inseparables. Es curioso. Era como una hermana para mí.


—Seguro que tu abuela se alegró mucho.


—Al principio no. Tuve la impresión de que no aprobaba que estuviéramos tan unidas, pero con el tiempo fue cambiando. Algo que no le pasó a la madre de Juana. Hasta que no me fui de aquí, tuve la impresión de que la disgustaba profundamente mi presencia. Creo que estaba celosa de nuestra relación. Juana y ella se habían llevado siempre muy bien. Su padre, en cambio, siempre se mostró muy amable conmigo.


—Y ahora ambos están muertos —señaló Pedro—. Su padre pereció en una inundación cuando acampaba en el Noroeste, hace seis años. Y su madre falleció hace unos años de cáncer.


—Me olvidaba de que lo sabías todo sobre Juana y sobre mí. ¿Por qué te molestas en hacerme preguntas?


—Tu versión siempre será más interesante que los escuetos informes del departamento de investigación —por el espejo retrovisor, vio que un coche azul aparcaba detrás de ellos—. Será mejor que hagamos nuestra gran entrada. La gente se estará preguntando por qué tardamos tanto.


—Cuando quieras, novio mío.


«Novio», pensó Pedro. Durante los dos últimos días, el trabajo se le estaba haciendo cada vez más cuesta arriba. Esa noche pasaría la prueba definitiva. Convencer a la gente de la fiesta de que eran amantes sería fácil. Pero la verdadera prueba consistiría en ocultarle a Paula que los sentimientos que supuestamente estaba simulando eran demasiado reales.




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