viernes, 19 de junio de 2020

A TODO RIESGO: CAPITULO 15





Paula estaba sentada a la mesa de la cocina, revolviendo con la cuchara su sopa de tomate, pensativa. Pedro iba por su segundo plato y ya había devorado su sándwich. Ella solo se había comido medio y unas pocas cucharadas de sopa.


Le parecía extraño estar delante del hombre que tanto miedo le había inspirado hasta hacía apenas una hora. Y ahora se estaba creyendo todo lo que le decía a pesar de que no le había aportado una solo prueba efectiva de su identidad.


—Me gustaría ver tu placa.


—Haré algo mejor que eso: te daré un número de teléfono para que hables con mi supervisor. Pero, mientras tanto, necesito recoger mi ropa en el apartamento. Con lo grande que es esta casa, estoy seguro de que tienes un montón de dormitorios.


—No puedes quedarte aquí.


—Es la mejor solución.


—Para mí, no.


—Tienes la memoria muy corta, Paula —miró el reloj de la cocina—. Hace poco más o menos una hora, estabas luchando por conservar la vida. El tipo se escapó, y ahora mismo está por ahí, en alguna parte, esperando la oportunidad de atacar de nuevo. No pienso dejarte sola… ni por un segundo.


—Ya decidiré yo eso una vez que me demuestres quién eres realmente.


—¿Siempre eres tan desconfiada?


—Trabajo en el mundo de las grandes inversiones. Hace mucho tiempo que aprendí a no confiar en nada que no pueda ser demostrado con hechos.


—Bien. Yo tampoco soy un hombre muy confiado. Y ahora, ¿por qué no llamas a tu médico y hacemos después un pequeño viaje a mi apartamento para que pueda hacer la maleta y traerme mis cosas?


—No necesitarás traerte mucho para una sola noche.


—Sigues sin entenderlo, ¿verdad? —sacudió la cabeza—. A partir de este momento, estaré a tu lado noche y día hasta que el hombre que intentó atacarte se encuentre entre rejas.


—No será necesario. Ya me he hartado de la buena vida. Lo primero que haré mañana por la mañana será volver a Nueva Orleans —no estaba segura de cuándo había tomado esa decisión, pero en aquel instante tenía unas enormes ganas de abandonar El Palo del Pelícano.


—No. Tú te quedas aquí.


Paula se levantó entonces de la mesa, fulminándolo con la mirada.


—Seas o no del FBI, Pedro Alfonso, no vas a ordenarme lo que tengo que hacer o dónde he de vivir.


—De acuerdo —extendió las manos sobre la mesa—. No te lo estoy diciendo. Te estoy sugiriendo que te quedes en Orange Beach.


—¿Por qué? ¿Para ponérselo más fácil al lunático que ha querido ahogarme?


—Aquí, en un lugar aislado como este, me resulta mucho más fácil protegerte. Además, este es un pueblo pequeño, y tendremos más posibilidades de atrapar a tu agresor antes de que vuelva a atacarte.


—¿Pero por qué mató este hombre a Benjamin y a Juana? ¿Y por qué quiere matarme también a mí?


—No lo sabemos. Solo sospechamos que la explosión fue provocada y que, no contento con matar a sus padres, también quiere matar a su hija.


—¿No sabéis más o es que no queréis decir más?


—Te he dicho lo que puedo decirte.


Paula se dijo que aquello no podía tener que ver con Juana… sino con Benjamin. Siempre le había parecido una persona encantadora, pero la verdad era que nunca llegó a conocerlo bien. 


Y tal vez tampoco la propia Juana. Se había enamorado de él durante unas vacaciones en una isla del Caribe. Pocos meses después se casaron. Jamás había oído hablar a Benjamin de su familia, por ejemplo, lo cual resultaba muy extraño…


—¿Entonces crees que ese tipo no va detrás de mí, sino del bebé?


—Creemos que es posible. Por eso he venido.


El corazón se le subió a la garganta. Aquel loco, quienquiera que fuera, planeaba matar al bebé. 


La última y definitiva venganza contra Benjamin, por el pecado que hubiese cometido a los ojos de aquel hombre. Estaba exhausta, tan agotada que apenas podía permanecer de pie, pero aun así sentía crecer dentro de sí una fuerza, un poderoso instinto protector capaz de enfrentarse a su propio miedo. Miró a Pedro con expresión decidida.


—Dime lo que tengo que hacer.


—¿Eso quiere decir que aceptas quedarte en Orange Beach?


—Quiere decir que me quedaré o iré a cualquier parte con tal de parar a ese loco y proteger al bebé. Así que vamos a tu apartamento a recoger tus cosas. Pero quiero ver tu placa y hablar con tu superior.



2 comentarios:

  1. Ayyyyyyyyyyy qué suerte que Pedro llegó a tiempo y la protegió. Qué intrigante historia, está muy buena.

    ResponderBorrar
  2. Al fin entró en razón esta mujer! Espero que Pedro pueda protegerla...

    ResponderBorrar