jueves, 9 de abril de 2020

TODO COMENZÓ CON UN BESO: CAPÍTULO 4





Pedro


Me quedé allí y la vi marcharse a pesar de que cada parte de mi cuerpo quería ir hacia ella. 


Todavía podía sentir mi boca en la suya, podía sentir mi mano en su cintura, el deseo de acercarme a ella y cabalgarme con fuerza. Pero me mantuve a raya. Si hubiera presionado mi cuerpo contra ella, como yo quería, ella sin duda sentiría el borde duro de mi pene presionando contra mis jeans.


Y no quería que pensara que era un imbécil cornudo que sólo quería cogérsela.


La dejé ir, porque estaba en una neblina mientras nos mirábamos a los ojos, sus amigas la sacaban por la puerta principal, probablemente conmocionadas como el infierno por la escena que acababan de presenciar.


Demonios, había sido incapaz de controlarme. 


Debí aceptar su excusa y dejar que sus amigas pensaran que no quería el beso. Habría sido una maldita mentira, pero probablemente habría hecho las cosas menos complicadas.


Cuando ella salió por la puerta y el hechizo que tenía sobre mí se rompió, me acerqué y puse una mano sobre la mesa, estabilizándome.


Paula


Su nombre pasó por mi cabeza una y otra vez. 


—Paula—. Se me salió de la lengua, sonando jodidamente perfecto.


Sabía una cosa con certeza: de ninguna manera iba a dejar que Paula saliera de mi vida.


De ninguna manera. Ese beso fue sólo el primer paso para reclamarla.




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