lunes, 27 de abril de 2020

CITA SORPRESA: CAPITULO 40






–¡Chicos! –gritó Estela, llamando a la puerta–. Daos prisa, ha llegado el taxi. Y ya he llevado
a Ariana a casa de la vecina.


Cuando Pedro la soltó, Paula apenas podía tenerse en pie. Bajó la escalera con las piernas
temblorosas y le dio al taxista la dirección de Paola como si estuviera en las nubes.


–¡Paula, estás preciosa! –exclamó Gabriel al verla.


–Mírala, tiene un brillo especial en los ojos –dijo otra de sus amigas.


–Debe de ser el amor.


Paula apenas oía los cumplidos. No podía concentrarse en nada que no fuera Pedro. No podía pensar en otra cosa que en cerrar la puerta del dormitorio, dejar que él le quitase el vestido, que la tumbase en la cama...


–¡Paula, despierta! –Isabel estaba moviendo una mano delante de su cara.


–¿Eh?


–Estamos a punto de abrir una botella de champán y podrías hacer un esfuerzo para aparentar que estás en el mismo planeta, guapa.


Paula miró alrededor. 


–Ah, perdona.


–Quiero proponer un brindis –dijo Gabriel entonces–. Por Pedro y Paula. Queremos desearos la mayor felicidad porque los dos la merecéis más que nadie.


–¡Por Pedro y Paula! –repitieron los invitados.


Paula no sabía qué decir. Pero Pedro estaba sonriendo y ella sonrió también.


–Os estamos muy agradecidos –dijo él entonces, tomándola por la cintura–. ¿Verdad, Paula?


–Sí –contestó ella–. Sí, claro.


Pero no estaba pensando en eso, estaba pensando en cuánto lo amaba y cuánto deseaba que la abrazase, que la besase...


Como si hubiera leído sus pensamientos, Pedro la besó en los labios y Paula se olvidó de sus amigos, de Estela y de todo.


–Creo que eso responde a todas las preguntas –sonrió Gabriel.


–Sí, pero ¿cuándo es la boda? –insistió Estela.


–Ah, es verdad. ¿Cuándo os casáis? –preguntó Isabel.


Pedro no apartó los ojos de Paula.


–Pronto –contestó–. Muy pronto.










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