miércoles, 11 de marzo de 2020

ANTES DEL AMANECER: CAPITULO 21




Paula se lo quedó mirando con la boca abierta. 


Eran las últimas palabras que habría esperado oír de Pedro.


—No puedo quedarme en tu casa.


—Sólo era una idea.


—Apenas nos conocemos —le dijo, sintiendo que tenía que justificar su respuesta, aunque a él le pareciera absurda o incoherente.


—No es algo tan raro. En cualquier caso, la decisión es tuya.


Tenía razón, por supuesto. Pero ella no podía hacerlo. No, con un hombre como Pedro.


Un hombre solícito, considerado. No. Sería una situación incómoda y… Y la extraña sensación que experimentaba a su lado no haría más que intensificarse.


Pero si hacía las maletas y se volvía a casa, estaría renunciando a sus vacaciones. Kiara se disgustaría. Además, muy probablemente Ana ya se habría mudado a su apartamento… Tenía que estar loca para estar pensando siquiera en aceptar su oferta. Y sin embargo… ¿Por qué no? Ella estaría a salvo con él. Con aquella hoz a mano… ¿Quién se atrevería a enfrentársele?


Aun así, estaba segura de que Pedro no sabía en lo que se estaba metiendo.


—Ocuparíamos tu espacio. Te cambiaríamos la vida a la que estás tan acostumbrado.


—Es una casa grande.


—Surgirán rumores.


—Probablemente —asintió, alisándose la barba.


Por supuesto, eso no lo preocupaba en absoluto. Además, solamente estaría allí durante aquel verano.


—¿Estás seguro de que quieres que vivamos contigo, Pedro?


—De ese modo estaréis a salvo.


Esa no era la respuesta que había querido escuchar, pero al fin y al cabo, todo se reducía a su seguridad y a la de Kiara.


—Podemos intentarlo —consintió al fin.


—Entonces vete haciendo el equipaje. Esta tarde volveré para ayudaros en el traslado —ya se disponía a marcharse cuando se detuvo en seco—. No llames todavía al sheriff.


—¿Por qué no?


—Quiero hacer algunas comprobaciones primero.


Se marchó sin esperar su respuesta. Hacía apenas unos segundos que había aceptado mudarse con él y ya estaba dándole órdenes. 


Sólo esperaba no haber cometido un error colosal. Aquel hombre parecía poseer tantas personalidades como manzanas tenía en su huerto de frutales.


Pero en aquel momento, esa era la opción más segura que tenía.




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