sábado, 8 de febrero de 2020
TE ODIO: CAPITULO 15
El sujetador estaba hecho de un fino encaje azul, rematado por una cintita, y era casi transparente; el tanga, atado con cintas a cada lado, podía quitarse dando un tirón. Paula se inclinó para desabrochar sus sandalias, ofreciéndole una panorámica de sus pechos, y las tiró a un lado, como una stripper que había visto en una película.
—¿Dónde has aprendido a hacer eso?
Paula rezó para que no se diera cuenta de su inexperiencia, para que no supiera que era la primera vez que hacía algo así. Pedro había estado con tantas mujeres… ¿se reiría de ella?
—Son las once de la mañana. No voy a estar aquí todo el día y toda la noche. Un trato es un trato, Pedro. Puedes tomarme ahora, esta noche me voy a casa.
Estaba asombrada por ese comportamiento descarado, pero una parte de ella quería que la tomase de inmediato, antes de que perdiera la razón. Antes de que su corazón empezase a recordar con qué desesperación lo había amado una vez.
Y, sobre todo, antes de que descubriera su secreto: que nueve años antes había tenido un hijo suyo.
Alexander era hijo de Pedro.
—Por favor —susurró—. Deja que vuelva a casa, con la gente que me quiere.
Él apartó la mirada de sus pechos.
—Lo siento, pero un trato es un trato. No vas a ir a ningún sitio.
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