jueves, 16 de enero de 2020

SIN PALABRAS: CAPITULO 7




La imagen perfecta del par de rubios salió del club.


Paula los siguió diez pasos por detrás. La mano de Pedro era ligera, pero firme en la parte baja de su espalda. Era todo un caballero. Incluso después de su último pedido —una ronda de tragos de tequila por insistencia de Alicia— su intensa atención no vaciló. Con su fuerza silenciosa y el contacto constante, ella podría enfrentar cualquier cosa; los solitarios borrachos esperando para hacer el último intento de enrollarse con alguien, los desagradable perdedores deseosos de una pelea, los bulliciosos conductores que salían chirriando de los estacionamientos. Ninguno de esos obstáculos la hizo dudar ni un segundo. Su Caballero Oscuro la protegería de todo mal.


Ella agarró su pequeñísimo bolso con ambas manos y se acurrucó en el protector hueco de su fuerte brazo. Un millón de preguntas se arremolinaron en su cerebro. ¿Intentaría besarla? ¿Se lo permitiría? ¿Y si no lo intentaba? ¿Y si solo estaba siendo amable?


Antes de que pudiera reunir sus pensamientos, estaban de pie frente al Jeep rojo brillante de Alicia. Apoyada contra la puerta del conductor, Ali estaba en una completa sesión de besuqueo con Andres. El musculoso rubio parecía estar aplastando su pequeño cuerpo, pero ella no protestaba. Por el contrario, pequeños maullidos escapaban de ella mientras le pasaba las manos por su fuerte espalda.


Pedro hizo girar a Pau, poniéndola de cara a él en lugar de la porno suave3 en el estacionamiento.


—Gracias —dijo ella, dándole una risita de agradecimiento.


Él inclinó la cabeza en un silencioso de nada y su larga forma delgada se inclinó casualmente contra la parte trasera del Jeep.


En el resplandor fluorescente de la farola de arriba, su rostro resplandecía con pequeñas gotas de sudor. No lo había visto sudar en el club. Yuju, no era perfecto. Deseó tener una suave toalla de mano para secarle la piel.


Pedro se irguió y se sacó la camisa de vestir negra por encima de la cabeza. Una fresca camiseta blanca abrazaba su torso. Se limpió la cara con la camisa negra, y luego empujó una de las esquinas en el bolsillo trasero de su pantalón. ¿Le había leído el pensamiento? ¿O había estado mirándolo fijamente?


Lo que sea que causó la acción no importaba. 


Con su cara seca, usando una camiseta blanca húmeda, se veía fresco y aún más atractivo. 


Que Dios la ayudara si él se quitaba la camiseta. 


No tendría poder para resistírsele a él al natural. 


Si tan solo fuera tan audaz como Alicia. Nunca había deseado nada tanto como deseaba besar a Pedro en ese momento.


Él sacó su teléfono celular del otro bolsillo trasero e inclinó la cabeza mientras señalaba su bolso con el celular.


—Oh, seguro —tartamudeó—. Intercambiemos números.


Ella rebuscó en su pequeña bolsa, tomándole demasiado tiempo ubicar su teléfono y recitar su número.


La sonrisa torcida que le dio hizo que su torpeza valiera la pena. Él tomó su teléfono, moviendo el suyo propio a la otra mano y abrió el de ella. 


Pau se movió a su lado para verlo acceder rápidamente a sus contactos. Agregar su nombre, Pedro Alfonso, y su número de teléfono, iluminó la pantalla. Él intercambió de mano nuevamente, y seleccionó la cámara. 


Luego sostuvo el teléfono con el brazo extendido.


Se tomaron unos rápidos pares de selfies juntos, utilizando ambos teléfonos. Él era muy hábil como aceite maniobrando los dispositivos. 


Devolvió su teléfono al bolsillo trasero y su oscura mirada penetró en lo más profundo del alma de Paula.


Ella inhaló y se olvidó de cómo respirar. Mirando fijamente sus irises de color chocolate claro, la cabeza le dio vueltas. Exhaló e inhaló un aroma a sudor y sexy colonia. Olía fantástico. Sus rostros no habían estado tan cerca antes. A la distancia para besar.


Una energía sexual magnética irradiaba de Pedro. Su cercanía enviaba impulsos hormigueantes hacia su área del bikini. Deseaba a este hombre. Este misterioso hombre que ni siquiera había hablado. Este caballero increíblemente sexy en quien ya confiaba. 


Quería explorar cada pulgada de él y descubrir todos sus secretos. Un billón y siete actos traviesos se reprodujeron en su mente.


Él fijó sus penetrantes pupilas en su boca. 


Separó los labios. Humedeció con la punta de su lengua la parte inferior de su labio superior.


El pulso de ella aumentó, resonando en sus oídos. Su boca la atormentaba más allá de cualquier razón. Perdió el enfoque en su visión. 


Entró en pánico y se alejó. Tragar una bocanada de aire no impidió que se balanceara.


El firme contacto de Pedro la estabilizó sosteniéndola por el codo. Pau cerró los ojos y respiró.


La suave punta de un dedo aterrizó justo debajo de su labio inferior. Ella ya reconocía la calidez de su toque.


Él trazó una línea suave por su barbilla hasta la parte inferior de su mandíbula. Utilizando la presión más ligera posible para un hombre de su tamaño, Pedro inclinó su rostro hacia el suyo. Su esencia la hizo querer inclinarse y saborear su piel.


Ella abrió los ojos. Él arrastró suavemente su dedo hacia abajo por su garganta y a través de su clavícula, antes de alejarlo. Ella jadeó en un profundo suspiro, y se fundió en un charco de deseo.


La mirada de él se desplazó desde su cuello hasta sus ojos. Un intenso deseo casi animal hirvió detrás de sus pupilas. La profundidad de su anhelo era feroz, pero ella no tenía miedo. 


Sus honestas emociones podían leerse fácilmente desde todos los ángulos. Su cara le dijo todo lo que necesitaba saber acerca de él. 


Era amable, cariñoso, emocional, sensual y no tenía miedo de revelar sus verdaderos sentimientos.


Se abrazó los antebrazos y los frotó. No por un escalofrío, sino para intentar calmar sus vertiginosas emociones febriles. Debe estar loca para poner tanto poder en manos de un hombre al que acababa de conocer. Si era honesto o no, rezumaba atractivo sexual o no, ella tenía que mantener el juicio. ¿Estaba desesperada? ¿O era el verdadero amor que ella siempre soñó con encontrar?



3 El porno blando o porno suave es un género pornográfico en el que no se muestran actos sexuales explícitos ni penetración.





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