miércoles, 15 de enero de 2020
SIN PALABRAS: CAPITULO 4
La intensa mirada del hombre de cabello oscuro se movió sobre Pau quien quedó inmóvil bajo la caricia de su mirada. Una sensualidad con la que nunca se había encontrado se arremolinaba en el aire alrededor de él. Su corazón se aceleró más que cuando estaba en completo modo cardio.
Alicia hizo un megáfono improvisado con sus manos. «Me quedo el rubio» cortó a través de la música.
Los rasgos cincelados del modelo Mr. Rubio se cruzaron para bloquearle la vista a Paula del hombre alto y misterioso. Más musculoso y más bajo que su amigo, el hermoso rostro de Mr. Rubio era sacado directo de una bolsa de Abercrombie; esbozó una provocativa sonrisa de dientes blancos, y guiñó uno de sus fenomenales ojos azul brillante. ¿Qué pasaba con los rubios? Ella no estaba dispuesta a esperar potencial en otro jugador.
Miró al amigo de cabello oscuro. El hombre alto con provocativos ojos marrones le devolvió la mirada y chupó sus labios para humedecerlos.
Pau no pudo apartar los ojos de su boca. Su mente saltó a inesperados escenarios atrevidos que implicaban sus labios. Cosas que nunca había considerado hasta la tercera cita. Las mejillas se le calentaron y respiró, obligándose a mirar al piso. Guau. El rostro de este chico le atraía en mucho niveles. Sus rasgos no eran tan perfectos como los del rubio, pero le fascinó más allá de cualquier pensamiento racional.
Tomó un sorbo de su bebida y le dio un vistazo por encima de su copa. Su intensa mirada se encontró con la de ella y pareció ofrecer una promesa silenciosa de interesantes cosas por venir. Él inclinó la cabeza muy ligeramente a su derecha y la estudió, mirando más allá de su poco impresionante cabello lacio y de su traje prestado. Sus amplias pupilas la penetraron hasta su esencia misma.
«Eres una tonta» soltó la voz de su madre. Pau hizo a un lado sus dudas, bajó la copa y levantó la cabeza para mirar a los ojos oscuros de su próxima pareja de baile. Estaba aquí para divertirse, y no permitiría que los recuerdos desagradables de las burlas de su madre arruinaran las cosas.
El apuesto extraño levantó una ceja inquisitivamente. Su besable boca se torció hacia arriba en una esquina. Esos cálidos y picantes ojos marrones se esforzaban por ver dentro de su alma. ¿Tenía la visión de rayos x de Súperman? ¿Estaba estudiando su sujetador de encaje y bragas? Maldición, ¿por qué no se había tomado el tiempo para encontrar algo a juego?
Una risita quedó atrapada en su pecho.
La ardiente boca de su misterioso hombre se expandió más.
¿Había sentido él su reacción nerviosa? El nivel de ruido en el bar no dejaría que se oyera si quiera el motor de un jet. Ella no había abierto la boca, ni se había inclinado con alegría. Sin embargo, podía decir que él entendía su ansiedad.
Su amplia sonrisa ladeada se abrió para revelar unos dientes blancos y rectos. ¿Cómo se sentiría explorar esa boca?
La sonrisa de él se ensanchó.
Santo Dios, él escuchaba sus pensamientos.
Se volvió hacia Alicia.
La sonrisa de Alicia se expandió de oreja a oreja por Mr. Rubio. Ella se inclinó y gritó—: Él es mío. —O “están bien”. O “huele a pino”.
Lo que fuera. No importaba. Pau asintió con la cabeza y le dio una sonrisa nerviosa. Si estos ardientes hombres querían bailar, ella lo haría.
Esta noche todo se trataba de divertirse.
La mirada de Paula se encontró una vez más con Mr. Misterioso. Su sonrisa torcida inclinada en dirección opuesta a su cabeza y sus ojos brillaban con secretos.
Su vivaz mejor amiga interrumpió el momento al saltar de su taburete compartido y acercarse íntimamente a Modelo Mr. Rubio. Un momento después, lo arreaba hacia la pista de baile como una vaquera manejando a un nuevo semental.
El desconocido de ojos oscuros se movió al espacio desocupado; puso el pie en el travesaño más bajo del taburete, rozándole la rodilla por el muslo. Paula sintió un hormigueo en el rastro de su toque y la habitación se calentó a ciento cuarenta grados. Dio un rápido respiro.
Pensamientos categoría R2 bombeaban a través de su cabeza. Se puso de pie. Era necesario mantener una pequeña distancia entre ella y esta kriptonita sexual de ojos oscuros. Le dio un vistazo a través de sus pestañas a su nuevo amigo.
Él giró los brazos para abarcar la pista de baile en señal de invitación.
Una imagen de ella bailando sucio con él la hizo dudar.
Él puso ojos de cachorrito y juntó sus manos en señal de súplica.
Paula sonrió. Chico, oh, chico, él tenía el rostro más expresivo con el que ella se haya topado. De alguna forma comunicaba exactamente lo que necesitaba sin decir una palabra. Su postura y lenguaje corporal le dijeron que él era seguro.
Alguien en quien ella podía confiar, y muy en su interior, creía que era verdad.
Después de un torpe asentimiento, él proyectó una ultra brillante sonrisa completa. Sus dientes eran tan blancos como los de su amigo aunque no tan perfectos. Su segundo diente a la derecha estaba sesgado en una esquina, como si se lo hubiese astillado y le hicieran un relleno.
Pau se llevó su lengua al colmillo derecho. Se lo había astillado con una botella de cerveza en la universidad y le habían puesto una corona. La sonrisa torcida de su apuesto bombón ocultaba la ligera imperfección, pero su amplia sonrisa revelaba la falla. Ella agradeció la imperfección.
Él pasó la mirada por su rostro como si intentara memorizarlo. No podía imaginar qué era lo que le parecía tan interesante. Alicia era la bonita.
A diferencia de la mayoría de las bellezas maquilladas en el club, la delicada piel blanca de Paula no soportaba la mayoría de los cosméticos, por lo que ella tenía que conformarse sólo con productos para los ojos y brillo labial.
Dejó su vaso medio vacío en la barra.
Su lector de mentes de cabello oscuro le tendió la mano. Otra sonrisa torcida apareció en sus labios.
Ella extendió la mano y suavemente la apoyó en su palma. Calor irradiaba de la suave piel de él, quien entrelazó sus dedos con los de ella y la llevó a la pista.
2 Restringido: Menores de 17 años requiere de acompañamiento de padres o tutor adulto. Puede contener lenguaje fuerte, intensa énfasis sexual, desnudez explícita y fuerte, violencia, armas, drogas y alcohol.
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