miércoles, 15 de enero de 2020

SIN PALABRAS: CAPITULO 5




Yendo detrás de su ardiente cuerpo, la sorprendió la imperiosa necesidad de envolver los brazos alrededor de su cintura y presionar contra su fuerte espalda. Este hombre la atraía en todos los niveles. Quería pasar rápido a través de la fase de conocerse y casarse con él.


No había ninguna señal del dúo dinámico rubio en la multitud, así que el alto, moreno y guapo encontró un espacio moderadamente vacío de tres pies para ocupar ellos. Cara a cara, se balanceaban al compás de los cuerpos agitándose. Los otros bailarines parecían moverse más cerca de ellos, obligándolos a acercarse cada vez. Pronto estuvieron separados por apenas pulgadas de distancia.


Ella sonrió, bailó y observó los movimientos de su increíble pareja. Una canción se fundió con la siguiente. Pudieron haber pasado horas o días, pero a Paula no le importó.


Finalmente Alicia llegó y señaló al baño.


Su guapo pareja de baile le tomó la mano y se la llevó a los labios. El corazón de Pau quiso salírsele del pecho. Él depositó el más suave de los besos en la parte superior de su mano antes de abandonar la pista.


Ella observó su buen trasero maniobrar a través de la multitud hasta que Ali tiró de ella.


¿Cómo se vería desnudo? ¿Y por qué había híper-acelerado su deseo sexual?


Ella no era el tipo de chica que hacía el tonto hasta después de un sólido mes de citas. Sus normas en cuanto al sexo eran estrictas, y siempre se apegaba a ellas. Sin embargo, éste extraño la tenía imaginando cosas que por lo general reservaba para ocasiones especiales.


Alicia intentó iniciar una conversación en la fila para el tocador de chicas, pero Pau se dio unas palmaditas en las orejas y negó con la cabeza. 


Alicia rodó los ojos exageradamente en respuesta, y dobló los brazos sobre su pecho con descontento.


Paula escaneó la barra, con la esperanza de vislumbrar a su ardiente nuevo compañero de baile. No pudo detectarlo. Cinco largos minutos más tarde entraron en el puesto de maquillaje del baño.


—Entonces, ¿qué te parece Pedro? —dijo Alicia con sus ojos azules brillando y centelleando.


— ¿Quién?


—Mr. Alto Moreno y Guapo.


— ¿Pedro? ¿Cómo averiguaste su nombre?


—Después de una hora de bailar con Andres, él me llevó afuera.


— ¿Dónde estaba yo?


—Tú y Pedro estaban desplazándose por toda la pista, perdidos en su propio mundo. Creo que la música pudo haberse detenido y ustedes dos no se habrían dado cuenta.


Un puesto se abrió y Ali corrió para reclamarlo.


—Debes decirme si te vas —gritó Pau desde la fila—. ¿Y si hubiese sido el asesino del hacha? Una buena apariencia de modelo no garantiza seguridad. Ted Bundy era lindo.


Otra cabina se vació y la chica pasó a Pau con una mirada de preocupación por su seguridad en el rostro.


— ¿Qué? —Pau se encogió de hombros. Entró a la cabina e hizo lo suyo. Los tacones de punta de Alicia pasaron un momento después—. No pretendas que esto ha terminado, señorita. ¡Tienes que ser más cuidadosa!


La sonora risa aguda de Alicia estalló en respuesta.


Sus caminos se encontraron en el espejo de maquillaje. Ali permaneció inusualmente tranquila mientras ella reaplicaba su brillante labial rosa.


—Entonces —dijo Paula—, escupe.


— ¿Qué? —Sus grandes ojos no engañaron a nadie.


—Dime lo que pasó cuando salieron.


Ella sonrió y empezó a decir algo, pero se detuvo. 


—Me dijo sus nombres. Luego nos besamos. Besa fabuloso.


Ella se giró hacia la puerta, la abrió y salió bailando antes de que Paula pudiera responder. 


Enganchando el brazo de su amiga, Ali pestañeó sus ojos azul claro en una disculpa silenciosa. Ahora era el turno de Paula para rodar los ojos.






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