sábado, 11 de enero de 2020

HEREDERO OCULTO: CAPITULO 30




–No.


Paula se dio la media vuelta y se alejó, dejando a Pedro allí solo.


Era evidente que este no había esperado verla saltar de alegría con la idea de acompañarlo a Pittsburgh, pero había pensado que, al menos, sería razonable al respecto.


Suspiró resignado y la siguió hasta la panadería. 


No la vio, debía de haberse metido en la cocina, lo que significaba que se había marchado casi corriendo.


Levantó la mano para empujar la puerta, pero esta se movió bruscamente hacia él, dándole casi en la cara. Tía Helena abrió mucho los ojos, sorprendida al verlo, pero no dijo nada, se limitó a levantar la barbilla y a dirigirse hacia el mostrador.


Pedro entró en la cocina y encontró a Paula donde había imaginado que estaría, delante de una de las islas centrales, trabajando. Era evidente que estaba nerviosa porque sus movimientos eran bruscos y tenía la espalda muy recta.


–Paula –empezó, dejando que la puerta se cerrase tras de él.


–No –espetó ella–. No, Pedro, no –repitió con fervor–. No voy a volver a Pittsburgh contigo. No voy a entrar en ese museo que tú llamas casa ni voy a volver a ver a tu madre, que me mirará por encima del hombro, como ha hecho siempre. ¿Acaso crees que será menos crítica cuando se entere de que he tenido un hijo fuera del matrimonio? El hecho de que Dany sea tuyo será irrelevante. Me criticará por no habértelo contado. Me acusará de haberme divorciado a pesar de saber que iba a tener un hijo tuyo, de haberte privado a ti de estar con tu hijo y, a ella, de estar con su nieto. O de haber ocultado al mundo la existencia de otro increíble y maravilloso descendiente de la familia Alfonso. O eso, o dirá que Dany no es un Alfonso en realidad –añadió–, ya que siempre me ha acusado de ser una cazafortunas. O dirá que no puede ser su heredero porque no estábamos casados cuando nació.


Negó con la cabeza.


–No voy a ir, Pedro. No pienso pasar por todo eso otra vez y no voy a permitir que mi hijo lo haga.


Pedro apretó la mandíbula.


–También es mi hijo, Paula –espetó.


–Sí –admitió ella–, y por eso tú también deberías protegerlo. De todo, y de todos. Dany es inocente. Y no permitiré que nadie le haga pensar que no es perfecto o que no es maravilloso. Jamás. Ni siquiera su abuela.


Pedro puso los brazos en jarras e inclinó la cabeza.


–No tenía ni idea de que la odiases tanto –murmuró.


–Fue horrible conmigo –le dijo Paula–. Me amargó la vida mientras estuvimos casados.


Pedro estuvo un minuto en silencio, intentando asimilar aquellas palabras.


¿De verdad había sido su madre tan mala con ella, o estaba exagerando?


Sabía que algunas mujeres no se llevaban bien con las familias de sus maridos y que la relación entre suegra y nuera era a menudo mala.


Era cierto que su madre no era la persona más cariñosa del mundo, ni siquiera lo había sido con sus propios hijos, pero ¿de verdad había sido tan cruel con Paula cuando él no había estado presente?


–Siento que pienses así –le dijo con cautela–, pero tengo que volver. No por mucho tiempo, solo unos días, tal vez una semana. Y me gustaría llevarme a Dany.


Al oír aquello, Paula abrió la boca y Pedro supo que iban a seguir discutiendo.


–No puedes impedirme que me lo lleve –se le adelantó–. Es mi hijo y lo has mantenido oculto, de mí y de mi familia, durante mucho tiempo. Creo que merezco llevármelo a casa unos días.


Inclinó la cabeza y la miró fijamente a los ojos.


–Y ambos sabemos que no necesito tu permiso –añadió.


–¿Me estás amenazando con quitármelo? –le preguntó ella en voz baja.


–¿Hace falta que lo haga? –respondió él en el mismo tono.


Ella mantuvo la boca cerrada, le brillaban los ojos de la emoción.


–Serán solo unos días –volvió a asegurarle, sintiendo la necesidad de aplacar su miedo y de borrar las lágrimas de sus ojos–. Una semana como mucho. Y tú puedes acompañarnos, para echarnos un ojo a los dos. ¿Por qué creías que te había invitado?


Paula se humedeció los labios y tragó saliva.


–Me vas a obligar a hacerlo, ¿verdad? –inquirió con voz temblorosa.


–Voy a hacerlo, con o sin ti. El papel que quieras desempeñar en esta situación y lo cerca que quieras estar de Dany es decisión tuya.




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