sábado, 28 de diciembre de 2019

OSCURA SEDUCCIÓN: CAPITULO 47




Había escapado del cautiverio torturante de Pedro. Pero, ¿a qué coste, cuando había perdido toda su esperanza?


Paula dio las buenas noches a Felicitas y a la señora O'Keefe, acostó a Rosario en su cuna y se dirigió a su dormitorio. El silencio era aplastante. El aire resultaba tan asfixiante como el de una tumba.


Se puso el camisón y contempló su cama de anticuario, en la que había dormido durante diez años cuando era una esposa virgen y compartía aquella casa y su amistad con Giovanni.


Ya no podía dormir allí.


Temblando de agotamiento y pesar, agarró una almohada y una sábana y regresó al cuarto del bebé. Estaba oscuro. Paula encendió la lamparilla de noche pero, con un chasquido, la bombilla explotó. Maldita vieja instalación eléctrica, pensó, e intentó no llorar.


Arrastrándose en la oscuridad, se tumbó en la alfombra cerca de la cuna.


Comenzó a adormilarse a la luz de la luna escuchando el dulce ritmo de la respiración de su bebé.


Era una pena que el electricista no hubiera ido aquel día, pensó Paula bostezando. Al menos iría al día siguiente.


Después de todo, no era un asunto de vida o muerte.




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