lunes, 4 de noviembre de 2019

UN HOMBRE MUY ESPECIAL: CAPITULO 43




Unas horas más tarde, Paula tenía la mirada perdida en el techo de su dormitorio. La explicación de los gemelos le había roto el corazón:
«Mami, no estábamos haciendo el juego del papá. De verdad que no. Esta vez queríamos que fuera de verdad».


Sí, a ella también le habría gustado que fuera así. Pero no iba a llorar, se negaba a derramar una lágrima. El silencio era aplastante, no se oía nada tampoco al otro lado de la pared, pero sabía que estaba allí; podía notar su presencia. 


También sabía que estaría pasándolo mal, le estaba bien empleado.



***


Acción de Gracias y él estaba allí solo. No tenía por qué afeitarse o quitarse el pijama porque nadie iba a verlo. Paula y los niños se habían marchado por la mañana temprano sin hacer ni un ruido. Se había acostumbrado a oírlos a todas horas y ahora los echaba de menos. Era como si ella hubiera decidido castigarlo sin su presencia porque, al no oírlos, la sentía más lejos. Todo estaba silencioso, como muerto.


No podía seguir en su casa porque se acordaba de todos los sitios en los que habían hecho el amor, donde habían estado juntos. Lo mejor sería bajar a la galería, dado que no parecía que fuera a tener ninguna invitación de Acción de Gracias…


Fue entonces cuando se dio cuenta. El descubrimiento lo golpeó como un mazazo y lo dejó helado. No podía perdonarse el tremendo error que había cometido. Llevaba semanas ocultándose a sí mismo lo que sentía. Se suponía que deseaba ser independiente y no comprometerse con nada, pero no se le ocurrió que a lo mejor sus sentimientos habían ido cambiando. Ahora ya no tenía ningún sentido porque se había quedado solo, sin ningún compromiso. En realidad, lo que siempre había deseado era tener capacidad de elección sobre su vida, y eso Paula jamás se lo había negado. 


Había sido él el que había decidido seducirla y cambiar por ella…. Y luego había decidido apartarla de su lado. Quizá no había tomado la decisión de amarla, pero eso había ocurrido lo quisiera o no. Y había ocurrido nada más conocerla, cuando la vio agachada debajo de aquella mesa, y seguía amándola cuando la dejó allí en el apartamento dolida y sola.


Ya no podía hacer nada. Además, seguramente ella merecía alguien mejor que él, y Marcos y Abril también. Se había comportado como un cretino. Paula jamás estaría dispuesto a aceptarlo y no podía culparla por ello.





2 comentarios:

  1. Que la vaya a buscar y la conquiste de nuevo. Eso sí, que Pau lo haga remar en gelatina al menos un ratito jaja.

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  2. Me dio mucha pena por los chicos pobrecitos... la verdad que este PP se merece sufrir!!

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