martes, 26 de noviembre de 2019

SECRETOS DE AMOR: CAPITULO 4





Pedro la observó alejarse consumido por el deseo de sujetarla, de estrecharla entre sus brazos y besar aquellos labios tan preciosos. 


¿Qué le pasaba?. No había sentido eso por una mujer en muchos años... y no le gustaba nada. A él le gustaba que su vida fuera ordenada y controlada. No tenia tiempo para acostarse con una pelirroja despistada, de modo que intentó olvidarse de aquella extraña sensación en la boca del estómago mientras iba a la oficina.


-No lo entiendo -protestaba Margarita al descubrir que la secretaria temporal seguía sin aparecer-. Parecía muy contenta con el puesto y era tan... simpática. En fin, será mejor que llame a la agencia.


Pedro sonrió. Margarita había parecido entusiasmada con la nueva secretaria y él confiaba en su buen juicio. Pero, aparentemente, se había equivocado por primera vez en su vida.


-Le daré hasta las diez. Si no ha llegado para entonces, yo mismo llamare a la agencia de empleo. Tú deberías marcharte ahora mismo si quieres ir con Jorge al médico.


-A lo mejor le ha pasado algo -sugirió su ayudante-. Tú mismo has dicho que había mucho tráfico esta mañana Seguramente será eso.


Pedro no compartía su optimismo. No le gustaba tener que contratar gente nueva, pero su secretaria estaba de baja por maternidad y, como consecuencia, su normalmente ordenada oficina estaba hecha un caos. Y era Margarita era quien mas lo sufría, claro. Las dos secretarias anteriores habían sido un desastre.


En lugar de confiar en la agencia, le había pedido que entrevistase ella misma a las candidatas y sabia que se llevaría un disgusto si la candidata que había elegido resultaba ser un fiasco.


-Seguramente estaré fuera todo el día -suspiro Margarita, poniéndose el abrigo-. Supongo que tendremos que esperar.


-No te preocupes. Lo más importante es que el medico vea a tu marido.


Pedro sentía una gran simpatía por su ayudante: Margarita llevaba diez años trabajando para el y lo había animado y apoyado cuando era un joven abogado en el bufete de su padre. Alfonso y Asociados era uno de los mejores bufetes de Londres y él, como hijo de Lionel Alfonso, había tenido que sufrir el escrutinio de toda la profesión antes de demostrar que estaba a la altura.


Ahora, a los cincuenta y cinco años, Margarita esperaba poder prejubilarse para disfrutar de la vida con su marido, pero durante el ultimo año Jorge había empezado a experimentar una gran perdida de memoria y acababan de diagnosticarle demencia senil.


Después de treinta años de matrimonio. Margarita estaba por completo dedicada a su marido y le había confesado que el trabajo era lo único que la mantenía en pie.


Y por eso, para no darle más problemas de los que ya tenía, Pedro decidió llamar a la agencia personalmente.



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