jueves, 19 de septiembre de 2019

UN ÁNGEL: PROLOGO




“Por favor, ayúdame a seguir…”



Las nubes se agitaron mientras el viento se llevaba sus palabras, que llegaron a su destino con toda su fuerza. No era raro oír palabras como aquellas en ese lugar, pero se les concedió atención inmediata.


—Escucha, esa voz no solemos oírla a menudo.


—Creo que la última vez fue con lo de su hermano.


—Sí, tienes razón. A pesar de todo, fue la única vez.


—Entonces, ¿estamos de acuerdo? ¿Le enviamos la ayuda que necesita?


—Absolutamente de acuerdo —todo el mundo asintió.


—¿Quién?


—Ah, ese sí que es un problema. Estamos un poco escasos de gente. ¿Gabriel?


—No, todavía está trabajando con la familia Alden. Tenemos que decirle que se dé un poco deprisa.


—Sí. Anota eso, por favor. Yo me encargaré. Quizá necesita un poco de ayuda extra. ¿Y qué hay de Evangeline?


—Todavía está con la niña pequeña. La pobre lo está pasando fatal.


Callaron, pero sabían que todos habían llegado a igual conclusión.


—Le prometimos un descanso.


—Pero ella es muy especial.


—Ya. Estaba deseando tomarse unas vacaciones. Se las ha ganado de sobra, después del asunto con los dos hermanos.


—No me extraña. Eran horribles. Si no hubiera sido por su madre, le hubiera aconsejado que dejara que se mataran uno a otro y caso cerrado.


—Este será el último encargo.


—Eso es lo que le dijimos la última vez.


—Quiere descansar una buena temporada. Y se lo merece. Hemos estado usando su energía durante demasiado tiempo.


—Podríamos ayudarle, darle un poco más, como un crédito, para decirlo de alguna manera.


—Tranquilidad, por favor —dijo una nueva voz, más dura y los murmullos se acallaron de inmediato—. Me parece que están olvidando algo.


—¿Qué, señor?


—A Pedro.


—¿Señor?


—Quizá debería haber dicho la naturaleza de Pedro. Su corazón, exactamente eso que le hace ser el mejor que tenemos.


—Pero incluso el corazón más grande puede agotarse.


—Sí. Pero ni siquiera el mismo Pedro conoce su propia capacidad. Lo hará.


—¿Cómo puede estar tan seguro, señor?


—Fácil. Dejaremos que la conozca.


—¿Eso es todo?


—Eso es lo único que hará falta.




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