domingo, 8 de septiembre de 2019

CENICIENTA: CAPITULO 6




—¡Oh, Paula! —Connie exclamó, apretándose las manos—. Estás guapísima.


—Me ha teñido el pelo de rubio —dijo Paula, mirándose en el espejo de su tienda, todavía sin creerse cómo había dejado a Marcos que el día anterior hiciera aquello con su pelo. Incluso había ido ese mismo día por la mañana a la tienda a darle un último toque.


—¿Te gusta, o no te gusta? —le preguntó Marcos, colocándose detrás de ella.


—Me lo has teñido de rubio.


—Eso fue lo que tú dijiste.


—Pero sólo lo dije una vez. Además, te dije varias veces que lo quería marrón clarito.


—Pero, fíjate —le dijo Marcos, quitándole la capa—. Con este traje te queda mejor el rubio.


Paula casi se echa a llorar.


—No parezco yo —murmuró. Pero pensó que a lo mejor era porque llevaba las gafas puestas. 


Las gafas no le sentaban bien.


—¡Yo pensé que querías un aspecto totalmente diferente! —exclamó Connie, gesticulando con las manos.


En el espejo, Paula pudo ver la mirada que dirigía su ayudante a Marcos, que la estaba mirando con una actitud muy tranquila. Ella fue la que se empeñó en que la tiñera de rubio. Giró la cabeza y se fijó en el reflejo de los rayos del sol en sus mechas doradas. Su pelo natural nunca había brillado de aquella manera.


—A lo mejor es que no me he acostumbrado todavía al color—dijo, sonriendo a Marcos, intentando tranquilizarlos.


Marcos se relajó y le aplicó un poco más de spray.


—Además... no se mueve —dijo, moviendo la cabeza, para demostrárselo.


—No tiene por qué moverse —dijo Marcos—. Es un corte estructural, en consonancia con las líneas del traje —le dijo, mientras recorría la curva que hacía su pelo—. Es un peinado muy sofisticado, igual que el traje.


Connie le ofreció los pendientes y Paula se los puso. Se levantó y se miró de nuevo en el espejo.


—¡Wow! —exclamó Connie.


Con aquel peinado y con el maquillaje que Connie se había empeñado que se pusiera, 


Paula tenía un aspecto muy elegante. Parecía una de las chicas de Pedro Alfonso. Levantó el mentón, dispuesta a presentar batalla a cualquier recepcionista del mundo.


—Mira cómo te he dejado —le dijo Marcos, sonriendo.


—Cómo la hemos dejado —le corrigió Connie—. ¡Vamos Paula, ve y devóralos!


—¡Espera! —dijo Marcos, mientras se metía la mano en sus bolsillos—. Te voy a dar una tarjeta de visita. Por si acaso alguien te pregunta en qué peluquería has estado.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario