sábado, 27 de julio de 2019
INTENTO DE MATRIMONIO: CAPITULO 42
Paula estaba luchando contra un terrible dolor de cabeza cuando Mariano la telefoneó para decirle que esa noche no cenaría en casa.
Aquella llamada fue como un respiro. Así dispondría de más tiempo para recuperar la compostura antes de verse obligada a verlo. Y de fingir que las sospechas que Pedro había sembrado en su cerebro habían dejado de acosarla.
Se tomó una aspirina. Todavía le temblaban las piernas. Una vez en el dormitorio que compartía con Mariano, puso un disco compacto de música de piano. Tumbada en la cama, intentó relajarse. Pero tan pronto como cerró los ojos, empezó a ver de nuevo aquellas horribles imágenes de las mujeres asesinadas...
Asesinatos, mentiras, puertas cerradas. Esas eran las palabras que habían acabado por definir su vida con Mariano. Pero aquel era su hogar. Lo había sido antes de que se casara con él. Por lo tanto, tenía perfecto derecho a saber lo que escondía allí, en el apartamento situado encima del garaje. Con el corazón acelerado, se incorporó y marcó el número del cerrajero más cercano, cuyos servicios había contratado más de una vez.
Tenía que descubrir lo que ocultaba Mariano en aquellas habitaciones. ¿Se trataría tal vez de material de investigación para el nuevo artículo que estaba preparando? ¿O sería acaso la prueba definitiva de una mente trastornada? ¿Guardaría allí simplemente su equipo de fotografía, a la que era tan aficionado... o quizá también los horribles recuerdos de sus víctimas, en forma de grotescas y aterradoras instantáneas? Sabía que era una locura que estuviera pensando esas cosas. Pero tenía que desterrar aquella incertidumbre de su mente.
—¿Diga? Augusto al habla.
—Hola, Augusto, soy Paula Chaves. He perdido la llave del apartamento que tengo encima del garaje y no puedo entrar. Me preguntaba si podrías acercarte un momento para abrirme la puerta.
—Podría estar allí en diez minutos. ¿Le parece bien?
—Sería estupendo.
Colgó el teléfono y bajó al salón para esperar allí al cerrajero. Tenía que averiguar lo que Mariano escondía detrás de aquella puerta cerrada. A cualquier precio.
Y, sucediera lo que sucediera, siempre podría contar con Pedro. Era esa seguridad lo que le dio fuerzas cuando, quince minutos después, esperaba a que Augusto terminara de abrir la puerta... para acceder al universo privado de Mariano Chaves.
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