miércoles, 24 de julio de 2019

INTENTO DE MATRIMONIO: CAPITULO 32



Pedro estaba inquieto. No tenía la menor idea de lo que iba a decirles Penny Washington acerca de Mariano Chaves, y tampoco confiaba del todo en ella. Si tenía información acerca del asesinato de su amiga, lo lógico habría sido llamar a la policía, y no a Paula.


—¿Por qué fue mi marido a verla? —inquirió Paula todavía agarrándole la mano como si Pedro pudiera protegerla de la respuesta de Penny.


—El doctor Chaves quería saber si Karen me había mencionado el nombre de la persona con la que se había estado viendo.


—¿Y ella se lo menciono?


—Intenté sacárselo, pero ella no me lo dijo. Se trataba de un hombre casado, y quería protegerlo del escándalo.


—Que considerada.


—Mas bien entupida, en mi opinión —replicó Penny.


—¿Se estaba viendo Karen con alguien de fuera del hospital? —quiso saber Pedro.


—Sí. Con un médico.


Paula se encogió por dentro, apretando con más fuerza la mano de Pedro.


—¿Cree usted que Karen estuvo relacionada con mi marido? —al ver que vacilaba, insistió—. Si cree que se estuvo viendo con Mariano por favor, dígamelo de una vez.


—No, no se enredó con el doctor Chaves. Causa una gran sensación entre las enfermeras, pero siempre ha ignorado sus flirteos. Es amable, correcto, muy profesional. Y evidentemente está muy enamorado de usted —declaró Penny, forzando una sonrisa—. Es una mujer muy afortunada.


—Gracias.


Paula soltó entonces la mano de Pedro y se recostó en su silla, evidentemente aliviada con la respuesta. Pedro, sin embargo, no compartía ese sentimiento. Todo aquello olía demasiado mal.


—Nos ha dicho por que fue el doctor Chaves a verla pero sigo sin entender por que deseaba hablar usted con Paula. ¿Que tiene todo esto que ver con ella?


—Yo sé que Karen tenía intención de llamarla para hablar con Paula. Y creo que quizá llego a hacerlo.


—¿Como lo sabe? —le pregunto Pedro.


—Karen me contó su plan la víspera de su asesinato. Lo tenía todo preparado. Y luego la mataron —movió las manos, exasperada—. Su plan no tenía ninguna posibilidad.


—¿Por qué no nos lo cuenta con detalle?


—Detesto tener que decirles todo esto —les confesó entre asqueada y contrita—. Parece como si estuviera hablando mal de ella.


—Piense que si lo hace es para ayudar a la policía a encontrar al asesino.


—Esa es la única razón que me mueve a ello. Probablemente ya lo habrá descubierto, inspector, pero Karen estaba embarazada. Ella no quería decírmelo, pero una noche, hace un par de semanas, vino a verme. Estaba muy alterada y había estado llorando. Insistí en que me dijera lo que le pasaba, y al final se derrumbó.


—¿La había dejado embarazada su amante? ¿El hombre casado?


—Sí.


—¿Sabía él que lo estaba? —inquirió Paula.


—Lo sabía, pero al muy canalla no le importó.


—¿Y el plan de Karen? —le preguntó Pedro—. ¿En qué consistía?


—Karen pensó que si su esposa descubría su aventura y lo del embarazo, acabaría por divorciarse de él. Por eso concibió la idea de transmitirle esa información a usted de forma anónima, Paula.


—¿Pero por qué a mí?


—Porque esperaba que se lo dijera a la mujer de su amante. Me dijo que usted y esa mujer eran amigas.


—Todo esto es demasiado extraño...


—Lo sé —convino Penny—, por eso quería hablar personalmente de ello con usted. Si tiene alguna idea de quién puede ser ese hombre, debería decírselo al inspector... porque creo que él mató a Karen para que no hablara. Estoy convencida, y no me importa que se trate de un médico. No todos son unos santos, eso se lo puedo asegurar. Lo sé porque trabajo con ellos todos los días —recogió un cojín del sofá y lo estrechó contra su pecho, emocionada—. Karen estaba muy confundida, pero era una gran persona. Así que si sabe quién es ese hombre, Paula, debería decírselo a la policía.


—Conozco a muchas esposas de médicos del hospital pero ninguna de ellas es verdaderamente amiga mía —explicó Paula—. Me cuesta creer que Karen no le revelara a usted o a Mariano con quién se estaba viendo... cuando, por lo visto, sí que les contó todo lo demás sobre su aventura.


Pedro tampoco se lo creía. Y ya era hora de sacar a Paula de allí. Porque no tenía intención de involucrarla en aquel caso más de lo que ya estaba.


—Tenemos que irnos, señorita Washington. Pero me gustaría llamarla después para hacerle alguna pregunta más acerca de Karen.


—No sé mucho más de lo que ya les he contado.


—A veces uno sabe mucho más de lo que cree saber. Le aconsejo que se haga una lista, en un bloc. Y cada vez que piense en algo relacionado con Karen, escríbalo.


—¿Qué tipo de cosas?


—El lugar en que hacía sus compras, su peluquería favorita... Los sitios que frecuentaban cuando salían juntas, si iba a algún gimnasio o estudiaba algo, si hacía deporte, etcétera.


—No veo en qué puede eso ayudar a...


—Puedo que no, pero con suerte, puede que sí.


—Entonces apuntaré todo lo que se me ocurra.


Paula se disculpó para usar el cuarto de baño. 


Tan pronto como se retiró, Penny cambió de asiento y se sentó junto a Pedro en el sofá.


—Hay una cosa más, inspector —le susurró en voz baja—. No quería decírselo delante de Nicole.


—¿Decirme qué?


—Karen era socia de un club de fotografía.


—¿Sabe usted el nombre de ese club, o su dirección?


—No. No era un club normal. La gente iba allí. Hombres y mujeres. Ellos, bueno... hacían cosas... inmorales.


—¿Está usted diciendo que era un club de libertinos?


—Las mujeres posaban para fotos. A veces mantenían relaciones sexuales con ellos, pero no estaban obligadas. Solo tenían que posar en posiciones... obscenas. Pagaban mucho. Por eso empezó Karen. Tenía algunas deudas de cuando su madre estaba enferma de cáncer, y estaba intentando saldarlas.


—Entiendo. ¿Fue allí donde Karen conoció al médico que se convertiría en su amante?


—No. Lo conocía del hospital. Fue después de que ella se incorporara al club cuando empezaron a salir juntos.


—¿Cómo se enteró ella de la existencia de ese club?


—Eso no lo sé —lo agarró del brazo—. Por favor, no le diga a nadie que yo le he contado todo esto, inspector. Si llegara a saberse, podría tener problemas. Tengo un hijo.


—Lo entiendo, pero necesitaré volver a hablar con usted. Y si pudiera averiguar algo más sobre ese club, sobre todo por lo que se refiere a la forma que tiene de reclutar mujeres, se lo agradecería enormemente.


Paula volvió entonces y Penny les agradeció su visita. Las dos se abrazaron en la puerta, como si fueran grandes amigas. A ojos de Pedro, sin embargo, lo único que tenían en común era que ambas habían quedado atrapadas en la telaraña de un sórdido caso de asesinato.


De nuevo en el coche, Paula se mostró callada, taciturna. Y también temerosa, aunque lo que Penny le había dicho acerca de su marido debería haber despejado todas sus preocupaciones. Aparentemente, Mariano estaba enamorado de ella y no le había sido infiel.


Sin embargo, si su corazonada era correcta, Penny Washington sabía muy bien quién era el padre del hijo de Karen. Y Pedro habría apostado cualquier cosa a que se trataba de Mariano. Por el bien de Paula, esperaba que estuviera equivocado.




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