jueves, 25 de julio de 2019

INTENTO DE MATRIMONIO: CAPITULO 33




Paula miraba abstraída por la ventanilla mientras atravesaban el barrio en el que vivía Penny. 


Jardines bien cuidados, niños patinando, una anciana barriendo el sendero de entrada de su casa, una joven madre sentando a su bebé en el asiento trasero de su coche... Dios, cómo los envidiaba.


—Estás muy callada —le comentó Pedro. Giró en Youree Drive para volver al hogar de Rodrigo, donde ella había dejado su coche.


—Solo estaba pensando en la enorme diferencia que unos pocos días pueden suponer en la vida de una persona. Hace tan solo unos días, yo ni siquiera conocía el nombre de Karen Tucker. Ahora está muerta, y su vida parece estar tan estrechamente relacionada con la mía que ocupa todos mis pensamientos. Y la mayor parte de mis actos.


—Pasará. Las cosas terminarán volviendo a la normalidad.


—Para Karen Tucker no, desde luego. Y tampoco para Mariano, ni para mí.


—Penny te aseguró que era un gran tipo.


—Y probablemente lo sea el Mariano Chaves que ella conoce.


—¿Pero no el que conoces tú?


—A estas alturas, ya no puedo estar segura de nada.


—¿Fue él quien te hizo esas marcas en el brazo, verdad? —le preguntó Pedro, tenso.


—Tal vez. Seguramente cuando me estaba despertando de una pesadilla...


Solo que tenía la sensación de que aún seguía en ella. De repente, la tensión acumulada durante aquellos dos últimos días se tomó demasiado abrumadora, mezclada con el desengaño de su matrimonio en crisis y añadida al dolor que todavía sentía por la pérdida de su padre. Y en alguna parte de su alma, enterrado en lo más profundo, en un lugar al que no se atrevía a asomarse, anidaba también lo ocurrido con Pedro años atrás. Sin que pudiera evitarlo, las lágrimas empezaron a resbalar por sus mejillas.


Pedro se internó en el parque que corría al lado de River Road. Tan pronto como detuvo el coche, la abrazó.


—Lo siento —murmuró ella, entre sollozos.


Él no contestó. Simplemente se limitó a enterrar el rostro en su pelo y a estrecharla en sus brazos mientras lloraba.




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