miércoles, 3 de julio de 2019
CAER EN LA TENTACIÓN: CAPITULO 46
La mañana del jueves, Paula se dio cuenta de que el pedido que había hecho a su proveedor de bebidas no había llegado. Había estado tan ocupada, que no se había dado cuenta hasta entonces. Aparte del asunto del bar, había comenzado a preparar la mudanza de su apartamento y a buscar uno nuevo. Como había vivido en Kendall toda su vida, sabía bien dónde quería vivir y con un par de visitas encontró uno que le gustó.
El proveedor tenía que haberse presentado el lunes para reaprovisionar al bar después del fin de semana. Llevaba trabajando con el mismo hombre tres años y siempre era puntual a su cita de los lunes. Pero Paula había estado tan atareada, que no había caído en la cuenta de que no había aparecido. Hasta la noche del miércoles, en que un público bastante numeroso había acudido al bar y había sido evidente que estaban quedándose sin suministros.
Paula supuso que la multitud era resultado de que el bar iba a cerrar el siguiente fin de semana. Parecía haberse corrido el rumor, y antiguos clientes estaban pasándose por el lugar para despedirse. Paula vio caras conocidas que no habían vuelto desde que habían comenzado las obras de la carretera.
A causa de todo lo que habían bebido, sólo le quedaban dos barriles de cerveza y muy pocas botellas del resto de bebidas alcohólicas.
Paula estaba a punto de llamar al proveedor y poner el grito en el cielo cuando el teléfono sonó.
—La Tentación, ¿dígame? —contestó ella.
—He hecho una locura.
Necesitó un momento para reconocer la voz de su hermana, porque Luciana y la palabra «locura» no solían ir juntas.
—¿Una locura, tú?
—Me he prometido.
Paula se quedó tan atónita, que se le cayó el auricular de las manos. Lo recogió torpemente y se lo colocó de nuevo junto al oído.
—¿Con quién? —preguntó, sin poder creerse aquella inesperada noticia.
—El chico con el que estuve saliendo hace años cuando pasé el verano en casa de tía Jen. Se llama Santiago. ¿Quieres venir a una boda el sábado?
¿El sábado? Caramba, su hermana no sólo iba a casarse, ¡además iba a hacerlo repentinamente! Aquélla no era la Luciana de siempre. Pero la vida de Paula también estaba siendo un poco inusual durante las dos últimas semanas. ¿Quién iba a decirle que iba a enamorarse como una tonta de un músico desheredado?
Entonces advirtió que Luciana estaba esperando que contestara a su invitación. Paula carraspeó.
—Claro, allí estaré. ¿Quién si no iba a ser tu dama de honor?
—¿Lo dices en serio?
—Completamente. A lo mejor incluso voy con compañía, alguien especial.
Esa vez fue Luciana la que se quedó perpleja.
—¿De veras?
—Sí —contestó Paula suavemente, pero no explicó nada más.
Luciana la había llamado para anunciarle su boda, se dijo Paula, no para hablar de su... aventura desenfrenada, porque sólo era eso, una aventura desenfrenada. Quizás si se lo repitiera suficientes veces, comenzaría a creérselo. Pero le parecía muy difícil.
Una vez que su hermana le contó los detalles, Paula supo que tenía que hacer varias cosas cuanto antes. Volar a Georgia para una sola noche no iba ser fácil... ¡sobre todo justo el último fin de semana de La Tentación antes de su clausura definitiva! El hecho de que su hermana hubiera elegido el sábado para su repentina boda le indicó lo loca de amor que debía de estar para hacer algo así.
Como no quería desanimarla, Paula no le recordó que sería la última noche que el bar estaría abierto. Era una coincidencia desafortunada, desde luego, pero ella no se perdería la boda de Luciana por nada del mundo.
—Aún no puedo creerme que vayas a hacerlo —dijo y rió—. ¿Lo sabe mamá?
—Sí, y va a venir —respondió Luciana y siguió contándole más detalles del evento.
—De acuerdo, ya lo tengo —dijo Paula apuntando la información en una servilleta—. El sábado veinticinco, cuenta conmigo.
Paula reconoció que la relación con su hermana estaba cambiando, y con suerte sería para siempre. Ella quería que tuvieran una buena relación, abierta y sincera, sobre todo si Luciana iba a terminar viviendo en otro estado.
—A lo mejor podemos buscar un rato para hablar —dijo, sujetando fuertemente el auricular para darse fuerzas—. A mí también me han sucedido muchas cosas. Estoy planteándome estudiar una carrera. Incluso he presentado los papeles de solicitud en la universidad.
—¡Caray! —exclamó Luciana sorprendida y se quedó en silencio unos instantes—. Entonces el dinero que he ganado con la portada de la revista llega en el momento preciso.
Los sueños de su hermana estaba convirtiéndose en realidad. Paula sabía lo mucho que aquello significaba para la carrera de Luciana.
—¿Te han dado la portada? ¿De verdad?
—Sí. Y es dinero más que de sobra para pagarte los estudios.
Paula lo rechazó inmediatamente.
—Quédate tú el dinero. Empieza a ahorrar para los estudios de tu primer hijo —dijo—. Porque no estarás embarazada, ¿verdad?
Luciana rió.
—Te aseguro que no.
—Mejor, porque no puedo con tantas noticias sobre esta nueva Luciana, impulsiva y alocada —dijo Paula—. Y en cuanto al dinero, no voy a tener problemas, te lo digo en serio. Creo que las dos vamos a conseguir más beneficios de la venta del mobiliario de los que esperábamos.
Luciana suavizó su tono de voz.
—Te estás comportando de forma magnífica, ¿lo sabías? Cuando me marché, me sentía agobiada, como si todo el mundo confiara en que yo podía arreglarlo todo.
Eso le dolió un poco a Paula, ya que ella necesitaba mucho a su hermana, pero no para que arreglara nada.
—Si querías marcharte, sólo tenías que decirlo.
—No podía hacerlo. La Tentación significaba mucho para mamá y para ti.
Sí, eso era cierto. Paula tenía que admitir que su hermana había hecho bastantes sacrificios para ayudarla a ella a mantener el negocio en pie.
—Y no te preocupes por la clausura —añadió Luciana—. Estaré allí para ayudarte.
—De verdad, no tienes que hacerlo. Lo tengo todo bajo control
Eso no era cierto, teniendo en cuenta que su vida personal estaba más fuera de control de lo que había estado nunca. Pero se refería al negocio. Luciana no tendría nada que hacer allí.
—¿De verdad? ¿No lo dices por decir?
—De verdad. ¿Hay alguna posibilidad de que vosotros dos os paséis por aquí antes de iros de luna de miel? Me encantaría que estuvierais en la fiesta del lunes, cuando ya estemos oficialmente cerrados. Creo que incluso mamá está pensándose tomar un avión y venir... lo que significa que tendrás que estar aquí para hacer de árbitro entre nosotras.
—No me lo perdería por nada del mundo —contestó Luciana con una sonrisa—. Y Paula, por si cambias de opinión, recuerda que estoy aquí siempre que me necesites.
Paula aprovechó la oportunidad de hacer las paces.
—Lo sé, siempre has estado ahí —afirmó y sonrió levemente—. Te veré el sábado.
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Muy buenos los 3 caps pero ya quiero que Pedro le diga la verdad.
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