viernes, 28 de junio de 2019
CAER EN LA TENTACIÓN: CAPITULO 29
Pedro observó con pesar el dolor de Paula. Ella seguía sin aceptar la pérdida del local, estaba en el mismo punto que el viernes. Si acaso, parecía incluso más abatida, más agotada, cansada de luchar. Pedro sintió que su ira era reemplazada por un dolor insoportable.
No le gustaba ver sufrir a Paula. No le gustaba pensar que ella estaría sola en aquel lugar, contemplando cómo se desmantelaba pedazo a pedazo, mientras se preguntaba dónde iría y qué haría a continuación. Pedro se preguntó dónde demonios estaba su familia; estaban siendo muy injustos al dejar todo el peso de aquella situación sobre aquellos hombros frágiles.
—Hablando de despedirse, yo me voy ya —dijo Vicki—. Gracias por el trabajo, ¡hoy las propinas han sido extraordinarias!
—Gracias a ti —contestó Paula—. No sé qué habríamos hecho sin ti. Muchas gracias por haber venido.
Dina se unió a ellas.
—Nos has salvado la vida, cariño. Ven, Zeke y yo te acompañaremos a tu coche.
Las dos mujeres se marcharon hacia la cocina para salir por la puerta de atrás. Entonces Banks se sentó en uno de los taburetes y miró a Paula.
—Espero que sigas teniendo tanta ayuda como esta noche —comenzó—. Parece que va a haber mucho que hacer por aquí. Podrías obtener mucho dinero por esos carteles antiguos, por las jarras de cerveza, los pósters y esa vieja máquina de discos. Por no hablar de los apliques... ¿están hechos a mano?
Paula miró alrededor sin interés y asintió. Luego se pasó una mano por el pelo y se masajeó las sienes, como para aliviar su dolor de cabeza.
—Van a ser dos semanas muy largas, sin un momento de descanso —dijo.
Sacudió la cabeza y murmuró algo en voz muy baja:
—Gracias de nuevo, Luciana.
—Pues si necesitas ayuda, Alfonso es justo la persona que buscas. Y a él le iría bien el trabajo. Tocar en un grupo como el nuestro no da para comer —aseguró Banks con expresión seria.
Pedro quiso interrumpir pero su amigo lo detuvo con un gesto.
—Venga, Alfonso, ya sé que te da vergüenza reconocerlo, pero todo el mundo tiene malas rachas. Es una pena que esta vez no puedas vivir en tu coche, ya que lo cambiaste por ese cohete de dos ruedas.
Pedro lo escuchó boquiabierto.
—¿Cómo?
Banks continuó embelleciendo su historia para conmover a Paula.
—Alfonso se vuelve loco con su Harley.
Pedro gruñó sin poder creer lo que escuchaba.
—Nosotros, los músicos muertos de hambre, hacemos lo que podemos —añadió Banks.
Sonó tan ridículo, que Pedro estuvo esperando que Paula soltara una carcajada. No era posible que ella se creyera aquel cuento.
—Cállate de una vez, Bruno —le ordenó Pedro.
Su amigo lo ignoró.
—Yo le diría que se viniera conmigo, pero estoy alojado en casa de un amigo en Tremont —continuó con una sonrisa maliciosa—. Es una casa preciosa, con piscina y todo... pero está al completo.
Pedro no daba crédito a lo que oía. ¡Banks estaba hablando de su casa!
—Y Rodrigo y Jeremias viven con sus padres, así que ellos tampoco pueden ayudarle —terminó Banks.
Paula, que había escuchado a Banks con el ceño fruncido, se giró hacia Pedro.
—¿De verdad no tienes ningún lugar al que ir?
—Es un mentiroso —contestó Pedro—. La moto...
—No funciona bien últimamente, ya lo sé —le interrumpió Banks—. Tendrás suerte si no te deja tirado de nuevo esta noche.
Pedro no se subiría en la vida al ataúd con ruedas que era la moto de Jeremias. Ni siquiera aunque estuviera apagada. Y Banks lo sabía.
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Jajajajajajajajaja qué divertidos estos caps, me encanta cómo Banks lo ayuda a Pedro jajajajajaja.
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