lunes, 17 de junio de 2019

AMULETO: CAPITULO 32




Aquí está la cosa sobre Pedro, podemos estar dando vueltas en su cama un segundo, y luego al siguiente, me hace preguntas que me quitan el aliento.


Pero él no me da una respuesta completa, una historia completa. Y me hace preguntarme qué está ocultando.


En la vida, siempre he sido yo quien se retrasa, pero mi instinto me dice que no está siendo completamente transparente. No está diciendo todo lo que quiere decir, y a menos que lo haga, no hay razón para que me quede.


Todavía tengo un billete de avión a casa... y lo último que quiero es quedarme en un lugar donde no me desean.


—Así que, ¿hacia dónde nos dirigimos hoy? —pregunto mientras saltamos en su camioneta.


—Tengo un último lugar donde quiero llevarte. Creo que podrías encontrar un arcoíris allí. Es el día de San Patricio después de todo, creo que la suerte puede estar de nuestro lado.


—Creo que ya terminé con lo del arcoíris.


—¿Pero qué hay de tu exhibición de fotografía? ¿La masivamente espectacular que has planeado?


Pedro —Niego con la cabeza—. Detente. No va a haber exhibición. Voy a regresar a casa y conseguir un trabajo como todos los demás. Es hora de que crezca.


—No necesitas ser tan dramática.


Resoplo, poniendo mis ojos en Pedro. Por supuesto, él no parece entender que esto no es dramático, esto es mi vida.


Una vida que le daría si él lo pidiera.


Pero él no lo ha hecho. Y yo no esperaba que lo hiciese. Habíamos sido inseparables durante una semana, pero solo porque dijo que quería un para siempre conmigo, no significa que esas palabras fuesen ciertas... podrían ser líneas que hubiese utilizado antes y líneas que usaría nuevamente.


No quiero que eso sea cierto... y la mayor parte de mi corazón no lo cree posible, cuando me habla se siente más que especial... se siente como amor.


—Dime, Paula, ¿qué tipo de fotografía has hecho en el pasado? —pregunta mientras conducimos por la carretera, tratando de atemperar el borde de mi tono. Él no parece enfadado conmigo por ser emocional, lo toma con calma. Pedro me acepta.


Exhalo, tratando de mantenerme en el presente a pesar de que mi mente está a mil kilómetros de distancia, pensando en el futuro.


—Siempre he intentado demasiado ser única. Hice una serie de retratos de personas en Central Park. Todo fue forzado.


—Los retratos de personas en el parque parecen bastante bonitos.


—Sí, pero los míos estaban todos muy oscuros. —Negué con la cabeza al recordar las estúpidas fotografías que hice—. Como literalmente oscuro. Apenas se podía ver a la gente en ellas.


—¿No es una licencia artística?


—No más como que al tratar de ser muy diferente, terminé como todos los demás.


—¿Nadie más está tomando fotografías de arcoíris?


—Iba a transferir las imágenes, tenía esta idea sobre la forma en que capturaría la luz en ellas, casi como si fuera lo contrario. Sé que es difícil de explicar, pero quería que estos arcoíris no solo se mostraran felices, sino también tristes. Porque no todos encuentran una olla de oro. Es por eso que iba a intercambiar los colores. —Miro por la ventana—. Es estúpido, probablemente una idea tonta de todos modos. Quiero decir, primero tenía que encontrar un jodido arcoíris, ¿verdad?


Pedro tose bruscamente, entonces agarra el volante con fuerza.


—¿Qué?


—¿Por qué lo estás intentando tan duro de todos modos?


Yo resoplo.


—¿Por qué siempre te tomas las cosas tan fácilmente? —le replico—. Quiero decir, acabas de empezar esta compañía de tours porque querías. Vives en un granero porque quieres. Puedes tomarte todo con calma, sin tener un problema real.


—¿Problemas reales? ¿Y cuáles son exactamente tus verdaderos problemas, Paula?


—Este es mi problema, jodiéndolo todo. Haciendo todo raro entre nosotros. Me asusto. Me aterroriza muchísimo que seas lo mejor que me haya pasado y es posible que te esté leyendo mal.


—Detente. Confía en ti misma y en su instinto —dice sin ceder a mis lamentos—. No sé por qué he tenido tanta suerte, pero la tengo y eso es todo. Mis padres me amaban, mi hermano es bueno a pesar de que es un idiota. Pero un tipo real de idiota. Entonces, no sé, nunca tomo las cosas demasiado en serio. Pero esa es mi perdición cuando se trata de ti. ¿Crees que tienes miedo a lo desconocido? Maldita sea, Paula, también estoy aterrorizado.


Me muerdo los nudillos, sabiendo que estamos pasando de lo agradable y nos estamos desviando hacia una relación muy real, muy vulnerable, muy verdadera. Todo está siendo arrojado a la luz y no hay red de seguridad.


—En el testamento de mis padres, me dejaron el anillo de bodas de mi madre. ¿Sabes por qué?


—No. ¿Por qué? —pregunto sin saber muy bien a dónde va con esto.


—Porque el mayor deseo de mis padres, la broma constante en nuestra familia, era que nunca me asentaría. Casarme era su mayor deseo para mí.


—Bueno, eso es muy dulce. —Mis hombros están tan malditamente tensos y paso mi mano por mi cuello. Tal vez estoy presionando demasiado sobre esto. Esta relación con Pedro. Espero que me pida que me quede, pero tal vez estoy pidiendo demasiado, más de lo que él puede manejar.


Pedro se pasa la mano por la mandíbula, gimiendo.


—Lo siento. Lo estoy jodiendo, haciendo que te preocupes y ese no era el objetivo de hoy. Lo contrario, de hecho.


Dejo caer mi cabeza contra el reposacabezas en mi asiento, el silencio llena la camioneta. Pedro toma mi mano, la agarra y se la lleva a los labios.



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