lunes, 6 de mayo de 2019

TRAICIÓN: CAPITULO 9




Mientras ella lo miraba con sus ojos verdes brillantes como los de un gato, Pedro pensó su respuesta. Si le hubiera importado ella, tendría que decirle que sí, que debería haberse quedado fuera de su isla y de la órbita de un hombre como él. Pero la cuestión era que ella no le importaba. Era una mercancía. Una mujer a la que tenía intención de seducir y terminar lo que había empezado tantos años atrás. ¿Por qué ponerla en guardia contra algo que les iba a producir mucho placer a ambos?


Miró su cabello, espeso y claro, que le colgaba en una trenza retorcida sobre un hombro, y se preguntó por qué le resultaba tan difícil apartar la vista de ella. Había conocido mujeres más hermosas. Desde luego, había conocido mujeres más apropiadas que una chica que se dejaba conquistar por dinero. Pero saber eso no disminuía el impacto que le producía ella. Sus pechos exuberantes presionaban una camiseta del color de los limones que reían en las colinas detrás de la casa y unos pantalones cortos de algodón rozaban sus caderas y piernas bien formadas. Se había puesto unas chanclas brillantes y daba una imagen despreocupada y joven, como si no hubiera hecho el más mínimo esfuerzo para impresionarlo con su aspecto, y lo inesperado de eso hacía que la deseara todavía más.


–No, creo que estás en el lugar adecuado –contestó–. Vamos a la casa y te la enseño. Verás que las cosas han cambiado bastante desde la última vez que estuviste aquí.


–No tienes por qué hacer eso –repuso ella–. Demetra se ha ofrecido ya.


–Pero ahora te lo ofrezco yo.


Ella inclinó la cabeza a un lado.


–¿No sería más apropiado que eso lo hiciera otro empleado? Seguro que hay muchas otras cosas que prefieres hacer. ¡Un hombre tan ocupado como tú, con un gran imperio que dirigir!


–Me da igual que sea o no apropiado, Paula. Soy un jefe muy activo.


–Y lo que tú dices va a misa, ¿verdad?


–Exactamente. ¿Por qué no lo aceptas y haces lo que digo?




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