martes, 19 de marzo de 2019

EN APUROS: CAPITULO 3





Tres minutos después estaba delante de la puerta del despacho de su jefe. Llamó discretamente con los nudillos antes de entrar, con una sonrisa llena de confianza y las manos encogidas para disimular el lamentable estado de sus uñas.


Para su sorpresa, se topó con cinco compañeros sentados en la mesa de reuniones. «El Segador» no estaba con ellos.


—Vaya, vaya: ya está la pandilla reunida —comentó uno de sus colegas.


Tras dudar un instante, Paula. se irguió y se dirigió hacia ellos.


—No es que no me alegre de veros, chicos, pero pensé que esta sería…


—Una reunión privada —acabó Jones por ella—. Únete al club de los desinformados.


—¿Dónde está Owens? —preguntó, mirando a los hombres que estaban alrededor de la mesa.


—Le han despedido esta mañana. Al «Segador» no le han gustado sus dos últimos artículos.


—¿Los de cómo ligar? Querrás decir entonces sus pasados cincuenta artículos —replicó Smith con una carcajada.


Podía haberle ocurrido a cualquiera de ellos, pero Paula no detectó ni un átomo de simpatía en la voz de sus camaradas. Hombres. 


Permanecían juntos como… una manada de tiburones. Para ellos un compañero herido se convertía de inmediato en una presa fácil ¿Qué ocurriría si llegaban a darse cuenta de su debilidad? Cerró los puños para evitar la tentación de empezar a comerse las uñas.


—¿Así, sin más? ¿Sin avisarle? —preguntó.


—No tienes por qué preocuparte, Chaves. He oído que le gustan las mujeres.


—Bueno, chicos, siento desilusionaros, pero prefiero que me juzguen por mi trabajo, no por mis curvas.


—¡Y menudas curvas!


—¡Sois unos animales! —exclamó Paula cuando cesaron los silbidos—. Estáis por lo menos dos escalones por debajo en la escala de la evolución.


—A juzgar por lo bien que está funcionando tu nueva columna, no creo que tengas problemas para conservar tu puesto. ¿Quién hubiera pensado que iban a tener tanto éxito esos consejitos para padres inexpertos?


En ese momento se abrió la puerta y, rodeado de sus más directos colaboradores, el jefe entró en el despacho.


—Buenos días. Acabo de revisar el planning para los próximos números —anunció sin más preámbulos mientras tomaba asiento. No miraba a nadie al hablar, y a pesar del bien cortado traje y del impecable bronceado, su expresión hacía pensar en un cocodrilo enfadado. Sin embargo, eran sus ojos los que tenían a Paula aterrada: eran tan fríos y crueles como los de un tiburón.


—Hay varias cosas que me preocupan —continuó «el Segador»—. Empecemos con esa columna de «Viviendo y Aprendiendo» y el tal Pedro Garcia, ese supuesto especialista en pedagogía infantil —Paula sintió un peso en el estómago. ¿Era solo producto de su imaginación el que la voz de su jefe sonara más gélida de lo habitual?—. Tengo el presentimiento de que ese hombre es un fraude. No hace falta que te explique el daño que semejante montaje podría hacerle a la revista… y a tu carrera —dijo mirándola directamente por primera vez.


Paula vio estallar el brillante globo que encarnaba a su Sueño Número Uno.


Parpadeó rápidamente, resuelta a no dejarse vencer. Un montón de agujas habían acabado con su otro sueño, y no estaba dispuesta a que ocurriera lo mismo otra vez. No iba a rendirse. 


No, sin luchar.


Se adelantó un poco, colocando las dos manos encima de la mesa, olvidando por completo la imagen de profesionalidad y el lamentable estado de sus uñas.


—¿Qué quieres decir con eso de que tienes la impresión de que es un fraude?




1 comentario:

  1. Ay no te puedo creer!! Cuando Pau se entere de la mentira de pp lo mata!! Jajaja

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