martes, 19 de marzo de 2019

EN APUROS: CAPITULO 1





A Pedro Alfonso no le gustaba que rechazaran sus solicitudes pero, por desgracia, empezaba a acostumbrarse. Y la última vez ni siquiera se habían molestado en mandarle la carta en el papel con el sello de la empresa, se habían limitado a una fría nota en una hoja corriente. 


Estrujó la carta con una mano y la arrojó a la papelera mientras que con la otra sostenía el auricular del teléfono.


—¡Así que te han mandado una carta tipo! —se quejó su hermana Ana amargamente al otro extremo de la línea telefónica—. ¡Sin encabezamiento, sin despedida…!


Como de costumbre, su hermana se estaba tomando las cosas a la tremenda, lo que le obligaba a fingir un optimismo que estaba muy lejos de sentir.


—Bueno, no es para tanto: esta, por lo menos, no está impresa, sino escrita a mano —le explicó.


—¡Como si eso…! ¡Vaya! Espera un momento —se interrumpió Ana. Pedro la oyó gritar—. ¡Simon, deja de una vez ese videojuego! En fin, algo es algo —continuo dirigiéndose otra vez a su hermano—. ¿Y qué es lo que te dicen esta vez?


Por supuesto, su hermana no le iba a ahorrar esa humillación.


—Que a los textos les falta chispa, originalidad —leyó Pedro, lamentando no tener la rapidez mental suficiente como para decirle una mentira.


—¡Como si alguna de esas revistas tuviera la menor originalidad! —exclamó Ana—. ¡Pero si se puede saber la época del año en la que estamos leyendo los reportajes! Primavera, cómo ponerse en forma, cómo afrontar el divorcio y cómo ligar; verano, planes de vacaciones para hombres, divorcio y cómo ligar; otoño, guardarropa, inversiones y cómo ligar; e invierno…


—Divorcio y cómo ligar —remató Pedro por ella.


—Pues si lo que quieren es divorcio, ¿por qué no escribes sobre el tuyo? Ese sí que fue de aupa.


—Porque es un tema que no pienso volver a tocar, ni siquiera por dinero —declaró Pedro con firmeza, aunque sabía mejor que nadie que su cuenta bancaria muy pronto entraría en números rojos.


—Sabes que siempre podrías volver a… ¡Simon, te he dicho que apagues ese chisme de una vez!


—Oye, te llamo luego —propuso Pedro.


—No, no, no te preocupes. ¿Qué te estaba diciendo? ¡Ah, sí! Siempre puedes volver a dar clases y a investigar. No en el Instituto Tecnológico, claro, tendrías que buscar otra universidad.


Pedro tragó saliva.


—No, ya no quiero saber nada del mundo académico.


—No puedo echártelo en cara, pero… ¡Belen! No pienso dejarte salir con esas pintas. Irías más vestida con una hoja de parra.


—¡Pero mamá! —Pedro oyó protestar a su sobrina de trece años, con aquel tono de sufrimiento que tan bien conocía.


—Ya me has oído: sube y cámbiate —replicó su madre terminante, y, con un suspiro, reinició la conversación con su hermano—. ¡Niños! No hay quien pueda con ellos, y eso que me he leído todos los libros y artículos sobre cómo educarlos sin padre. Es una pena que no puedas escribir algo parecido en las revistas masculinas.


—No creo que les parezca un tema muy atractivo…


—Oye, Pedro


—Hey, no te preocupes —Pedro no podía soportar la idea de que su hermana se angustiara por sus problemas. Además, estaba acostumbrado a ser él el que cuidara de ella—. Todo se arreglará, ya me conoces. Saldré adelante como sea.


—Muy bien —se resignó Ana con un suspiro. Nos vemos mañana, porque, vendrás a cenar, ¿no?


—Claro, mi nuevo lema será «Escritura por Comida».


—En ese caso, prepararé brócoli.


—¡Sádica! —justo antes de colgar Pedro oyó el aullido de disgusto de Kevin, el más joven del clan.


Parecía una broma que Ana buscara consejo para educar a sus hijos en la revistas. Aunque su sobrina y sus dos sobrinos no eran precisamente unos angelitos, la verdad era que su hermana había conseguido hacer de ellos unos jovencitos con mucho encanto y personalidad.


Se le ocurrió que inspirándose en su ejemplo podría escribir una serie de artículos con consejos para los hombres que debían educar a sus hijos sin la ayuda de una madre. 


Probablemente resultarían de mucha ayuda para un montón de padres solteros.


Una oleada de adrenalina le recorrió las venas: acababa de dar por fin con una magnífica idea.


Se dirigió de inmediato a su despacho y encendió el ordenador. Tamborileó por un instante sobre la mesa para darse algo de tiempo antes de empezar.


Era una propuesta sin duda original y tenía chispa… por lo menos, sería una novedad agradable en comparación con todos esos artículos sobre cómo ligar.


Pedro tomó aire y escribió resueltamente: Viviendo y aprendiendo. Experiencias de un padre soltero en la educación infantil.




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