jueves, 14 de marzo de 2019

AS HOT AS IT GETS: CAPITULO 38




Pedro estaba seguro de que el correo electrónico sería el fin de la civilización. Tenía la sensación de que pasaba más tiempo leyendo y contestando correos que haciendo ninguna otra cosa y en aquel momento, tras haber perdido la mañana entera contestando correos relacionados con su trabajo, tenía más que suficiente.


Aunque tenía que reconocer que el trabajo había sido lo único que había conseguido sacar a Paula de su cabeza. Se había pasado el fin de semana intentando mantenerla a cierta distancia emocional, aunque no habían sido capaces de mantener ninguna distancia física.


Y al verla derrumbarse durante el desayuno se había quedado de piedra. Deseaba a Paula y se había descubierto intentando saber algo más sobre ella.


Quería saber qué era lo que convertía a Paula en una mujer que lo fascinaba mucho más de lo que le habría gustado. Y aquello le recordó los motivos por los que él prefería mantener las cosas a un nivel sencillo, sin complicaciones. 


Algo que con Paula resultaba absolutamente imposible.


Se sacudió mentalmente y se obligó a concentrarse de nuevo en el trabajo.


Aquel día, lo primero que debería haber hecho era despedir a Mike D'Amato e intentar localizar a todos los empleados que podían estar involucrados en aquel negocio sadomaso. Pero todavía no estaba preparado para enfrentarse a ello. No estaba suficientemente concentrado y necesitaba a alguien con quien contrastar sus ideas. Estuvo a punto de llamar a Paula, pero temió perder por completo la concentración si andaba ella cerca.


Y estaba a punto de cerrar el correo cuando lo llamaron desde recepción. Pedro presionó el botón del intercomunicador.


—El señor Cayhill quiere verlo.


—Dile que pase.


A los pocos segundos, estaban llamando a la puerta.


—Adelante.


Claudio entró en el despacho y cerró la puerta tras él.


—Eh, ¿tienes tiempo para revisar el calendario de actividades de la temporada que viene?


—Claro.


Pasara lo que pasara en Escapada, por lo menos podía contar con que no iba a surgir ningún problema con las actividades. Claudio había llevado a cabo su trabajo como director de las actividades de ocio del centro sin un solo defecto.


Claudio se sentó frente a él.


—Pareces un poco estresado, Pedro, ¿qué te pasa?


Pedro se encogió de hombros. En un primer momento estuvo a punto de contarle a Claudio su problema con Mike D’Amato, pero de pronto se oyó decir:


—Problemas de mujeres.


—¿Tiene eso algo que ver con la pelirroja con la que te he visto este fin de semana?


Pedro no se acordaba de haber visto a Claudio, pero vivían en un mundo muy pequeño y era difícil pasar más de un par de días sin cruzarse con algún conocido.


—Esa mujer es una seria fuente de problemas.


Claudio soltó una carcajada.


—La mayor parte de ellas lo son, y tú lo sabes.


—En realidad, no hay nada serio —Pedro ya se estaba arrepintiendo. De pronto, no tenía ningún interés en hablar de Paula—. El verdadero problema lo tenemos aquí, en el centro. A lo mejor puedes darme algún consejo.


—Claro, ¿qué pasa?


—¿Has oído rumores sobre la posibilidad de contratar servicios de amas aquí en Escapada?


Claudio pestañeó y en cuanto se recuperó de la sorpresa, soltó una carcajada.


—Eso es una locura.


—Tengo información de una fuente de confianza —respondió Pedro.


Claudio se puso inmediatamente serio.


—De acuerdo. Estaré pendiente y veré lo que puedo arreglar. Tiene que ser alguien de dentro, puesto que somos los únicos que vivimos en la isla.


—Exacto. Y me fastidia que mis empleados puedan echar a perder la imagen de este centro —Pedro vaciló, no sabía si debería contarle a Claudio todo lo que sabía.


Pero si Claudio iba a ayudarlo a localizar a los empleados problemáticos, necesitaría toda la información que pudiera.


—Escucha, hay algo más. ¿Conoces a Mike D'Amato, el camarero del club Cabaña?


—Claro que lo conozco.


—Al parecer es él el que está organizándolo todo. También tengo una descripción de una de las mujeres que puede estar involucrada en este asunto, pero todavía no sé cómo se llama.


—¿Y cómo piensas manejar este asunto?


—Dejaré que los hombres de seguridad decidan lo que tienen que hacer con Mike. Lo despediré, por supuesto, pero no estoy seguro de si ellos podrían hacerlo hablar.


Claudio sacudió la cabeza.


—Nunca dejan de sorprenderme las cosas de las que la gente es capaz. Pero no te preocupes, porque si alguien puede llegar al fondo de este asunto, ése soy yo. La gente confía en mí… estoy seguro de que hablarán.


—Gracias, Claudio, te agradezco tu ayuda.


—¿Por qué no me dejas hablar con Mike D'Amato antes de despedirlo?


—No sé. Tengo miedo de que se dé cuenta de que andamos tras él.


—Bueno, tú verás. Si me describes a la mujer, intentaré localizarla.


—Ya le he pasado la descripción también a seguridad. Tienen una base de datos con fotografías de todos los empleados del hotel, así que sólo es cuestión de tiempo.


—De acuerdo. Pero si puedo hacer algo para ayudar, avísame.


—Lo haré.


Pedro se sintió como si acabara de quitarse un peso enorme de los hombros. Estando Claudio pendiente de aquel problema, no había ningún motivo para continuar profundizando en lo ocurrido. Si había algo imprescindible para el buen funcionamiento del centro, era saber delegar responsabilidades.


—¿Estás seguro de que te apetece hablar de trabajo en este momento? —le preguntó Claudio.


—Absolutamente. Y además, ésa es la razón por la que has venido a verme.


Escuchó a Claudio mientras éste le hablaba de las actividades de la próxima temporada y de las áreas más problemáticas en las que estaba trabajando. Pero al cabo de un tiempo, Pedro se descubrió pensando en Paula.


No había una mujer que pudiera ser más problemática, pero aun así, ¿por qué había sido ella el primer tema que había salido de sus labios cuando había visto a Claudio si ni siquiera quería hablar con ella?


¿Estaría dejando que se le metiera bajo la piel? 


Y si así era, ¿después qué?


Paula se marcharía en cuanto hubiera satisfecho su deseo y él se quedaría allí, sin nada. Lo de Paula era una aventura temporal, nada más.


Pero para cuando Claudio terminó su informe, Pedro ya estaba completamente concentrado en cómo abordaría sus problemas con Paula. Su mente había vagado directamente al dormitorio, donde debería haber centrado todas las energías que quería invertir en ella. Si podía evitarlo, no habría ninguna otra conversación íntima. Se concentraría en la tarea que tenía pendiente: curar a Paula.




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